El Barça consiguió en Wembley –la meca del fútbol mundial- su primera Copa de Europa y ha sido en el mismo estadio londinense donde se ha confirmado, por si aun quedaban dudas, como uno de los mejores equipos de la historia. No es solo una cuestión de títulos. El estilo, el encanto de un juego que supera todas las barreras.
Aquí radica el éxito de los azulgranas. Son el mejor equipo de Europa hablando un idioma particular, inteligible para el resto de culturas futbolísticas, según da cuenta en su sitio digital el matutino barcelonés ‘
El ‘Dream Team’, el origen de todo, se impuso sufriendo a
En Roma, Guardiola y Messi permitieron renovar el título con más tranquilidad de la esperada. Pero ha sido en 2011 cuando el modelo ha logrado la excelencia con su imponente victoria sobre el Manchester United (3-1).
Un conjunto confirma que es el mejor cuando supera a los mejores. Y este Barça ha dejado en la cuneta al Arsenal del toque, al agresivo Madrid de Mourinho y al ManU, quizás el rival tácticamente más completo del torneo. Uno a uno, todos fueron aplastados por el rodillo culé y por un argentino genial que ha situado al Barça en el olimpo de los dioses del fútbol junto al Ajax de Cruyff y el Bayern de Munich de Beckenbauer.
El balón lo es todo. Nadie es capaz de ganar un partido de fútbol si desprecia la materia prima de este deporte, si renuncia a crecer a partir del esférico. Así lo entiende el Barça y así lo quiso comprender un United que salió dispuesto a jugar de tú a tú pero que tiró la toalla en la segunda mitad, cuando se dio cuenta que no estaba preparado para competir con un rival de tanta entidad.
No salió mal la apuesta inicial a sir Alex Ferguson. Sus Red Devils maniataron a los cerebros azulgranas, les quitaron el sustento y resguardaron el cuero para dominar todas las parcelas del campo. Fueron diez minutos de agobio constante para los pupilos de Pep Guardiola, que vivieron un panorama similar al de la final de 2009.
No había ocasiones claras, pero los futbolistas del ManU ahogaban al Barça y le obligaban a jugar de forma antinatural, con Valdés y Mascherano lanzando balones largos. El argentino ocupó la posición del capitán Puyol, que se quedó en el banquillo, y se contagió de los nervios de Piqué.
Valdés volvió a ser providencial. Como lo fue en París y en Roma. El guardameta de l’Hospitalet, siempre concentrado, volvió a demostrar que es el ejemplo perfecto de la evolución del portero. Ya no es suficiente con parar, también es necesario ayudar en la construcción y, sobre todo, salir ejercer de líbero para rechazar los balones a la espalda de su defensa. Víctor se fue hasta la frontal de su área para despejar un balón que Rooney quería mandar al fondo de las mallas.
No les resultó sencillo a los azulgranas imponer su filosofía. La ansiedad se había apoderado de unos jugadores curtidos pero que, en su interior, eran conscientes de que solo ellos podía perder este encuentro. Hasta que se estableció un nuevo paralelismo con la final de hace dos años. Pedro, como Eto’o en el estadio Olímpico, gozó de una clarísima oportunidad aunque el canario no pudo enviar la pelota al fondo de las mallas.
Pero fue suficiente. Fue la chispa que prendió la mecha azulgrana. Xavi, Iniesta y Messi impusieron sus galones, sacaron a relucir sus balones de oro y se apoderaron del duelo. El Manchester había hecho una apuesta muy arriesgada que solo le sirvió 15 minutos. Era el momento del Barça, había llegado la hora de demostrar quién era el mejor. Fueron llegando, una tras otra, las oportunidades para los delanteros del Barça. A los ingleses no conseguían dar tres pases seguidos y Ferguson se desesperaba en el banquillo.
Chicharito y Rooney quedaron completamente aislados de sus compañeros, que se parapetaban con hasta nueve futbolistas por detrás del balón. El ManU ya no presionaba, consciente de que no tenía equipo para correr y correr tras una esfera inalcanzable. La misma que Xavi Hernández, el director de la orquesta, escondió hasta encontrar el pase perfecto.
El de Terrassa se lanzó hacia el marco rival, se encontró con un muro de cuatro futbolistas contrarios y tuvo el temple necesario para esperar y su visión periférica hizo el resto. A su derecha estaba Pedro, preparado para aparecer en el momento adecuado, destrozando la cintura de Van der Sar con su tiro raso ajustado al palo corto.
Era la confirmación. El golpe sobre la mesa. El gol que anunciaba a los Red Devils que se les habían acabado las opciones. Una cierta tranquilidad se apoderó de los aficionados azulgranas. Acostumbrados a sufrir con su equipo en tantas finales de Champion, vieron que el enfrentamiento estaba controlado.
Y era así hasta que Rooney, el único capaz de poner en apuros al cuadro catalán, combinó con Giggs, que estaba en fuera de juego, y recibió de nuevo para fusilar a Víctor Valdés. Era como volver al principio pero sin los nervios que habían acongojado al Barça en los primeros instantes.
La final estaba siendo intensa pero aun faltaba por llegar lo mejor. A la vuelta de los vestuarios, el Barça ya no dejó lugar para la duda. Dio un recital en que los jugadores del Manchester no pudieron ejercer más que de espectadores de excepción. El gol de Messi, en el minuto 53, fue el paradigma del estilo. Pim-pam, tiki-taka. De la izquierda hacia el centro, siempre con el balón controlado.
Pedro para Iniesta, el de Fuentealbilla envía a Xavi que, a su turno, cede a Leo. El argentino destroza las pizarras. En su posición de ‘falso
Ya no había partido. Los chicos de Ferguson desparecieron. Giggs, el exquisito futbolista galés que tantas tardes de gloria le ha dado a los Red Devils, estaba fundido y Park ya no llegaba a las coberturas. El United ni olía la pelota, presionaba sin sentido, con más corazón que cabeza, y no conseguía pasar del medio campo.
Villa puso la guinda. El asturiano fue el encargado de asegurar definitivamente el título con un disparo tremendo desde la frontal que se fue hasta la escuadra. Con el 3-1 se certificaba la cuarta Copa de Europa de la historia del Barça, un hito que solo han conseguido seis equipos desde que se inició la competición en 1955. (Jackemate.com)