Por Ricardo Marconi (*)
En más de una oportunidad, científicos con determinación e inteligencia se propusieron resucitar especies desaparecidas de la faz de la Tierra. Entre los ejemplos a mencionar en ese sentido, podemos mencionar al mamut lanudo o, al menos, alguna subespecie de él, injertando genes de mamuts antiguos a ADN del elefante asiático para que se generara una población sustentable y apta pasearse por la tundra.
Investigadores que no comparten los presupuestos científicos enunciaos opinan que el sueño de multiplicar a los mamuts se concretaría a costa de elefantes asiáticos y africanos que hoy se esparcen en sus hábitats naturales y que se están reduciendo debido a la caza furtiva, al punto tal que en 50 años dejarían de existir.
Otros especialistas en biología molecular se preguntan si la sociedad está en condiciones de destinar sus limitados recursos a revertir errores ocurridos en otros tiempos o a evitar extinciones futuras.
Esos mismos expertos estiman que resucitar una especie implica tomar una decisión ética que quizás implique dejar que otras se extingan.
Entidades sin fines de lucro han puesto en marcha iniciativas tales como traer al presente a la paloma migratoria y al gallo de las praderas y el investigador Ben Novak ha señalado que “alguna especie viva está en peligro de extinción, en parte, debido a la falta de un compañero eclógico o por la desaparición de algún eslabón de la red alimenticia”.
El gallo de las praderas o urogallo es una especie de ave galliforme de la familia Phasianidae endémica de Estados Unidos.
En su momento fue abundante, pero se ha vuelto extremadamente extinta en la mayor parte de su área de distribución debido a la pérdida de hábitat.
Joseph Bennett, de la Universidad de Ontario intentó junto a sus colaboradores analizaron los costos de mantener 16 especies extinguidas en el último milenio y para ello seleccionaron animales cuyos costos de conservación podrían ser calculados –según el analista Steph Yin-, sobre, la base de propuestas para salvar especies similares que se encuentran amenazadas.
Yin, en uno de sus trabajos ha hecho mención que “en Australia revivir cinco especies extintas era similar a salvar más de ocho veces esa cifra de especies vivas”.
La referida paloma migratoria ayudó a regenerar bosques de caducifolios en el este de Estados Unidos solo con posarse sobre árboles, romper ramas y excretar capas de fertilizantes que permitieron el crecimiento de nuevos árboles.
Bennett enunció en una de sus exposiciones que “si alguien quiere trabajar en la desextinción porque le resulta técnicamente fascinante, está bien”, “pero-agregó-si la persona plantea esa tarea en términos de conservación, entonces necesita dar un vistazo muy serio a lo que podría hacer con esos millones de dólares con especies vivas”. (Jackemate.com)
(*) Licenciado en Periodismo – rimar9900@hotmail.com