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Por Ricardo Marconi (*)

Según la mitología “El ombligo del mundo” se encuentra en una de las laderas del Monte Parnaso, al norte del Golfo de Corinto, en Grecia. En el siglo XIII A.C. se construyó en ese lugar un templo donde funcionaba el oráculo de la madre tierra, cedido a Apolo –hay otra versión que señala que el Dios se lo apropió por la fuerza-, luego de aniquilar al dragón que lo custodiaba.

El oráculo recibió el nombre del cercano pueblo de Delfos y se convirtió en el más famoso consultado de todo el Mediterráneo. Las personas viajaban largas distancias para consultar al oráculo y hacían largas colas para saber su destino.

Apolo respondía con la voz de las sacerdotisas de manera ambigua, entre ellas Pitias, quien respondía a mujeres jóvenes, vírgenes y nacidas en Delfos [1] y el día que un devoto sedujo a Pitias, la empezaron a elegir mayores de 50 años.

Matarás a tu padre 

Delfos advirtió a Layo, rey de Tebas, que si tenía un descendiente varón este lo iba a matar y la esposa de Layo dio a luz a un varón. Temeroso de la profecía, el rey abandonó a su hijo en la montaña y el pequeño sobrevivió y lo llamaron Edipo, siendo criado en la corte de Polibio, rey de Corinto.

Años más tarde, el oráculo le advirtió a Edipo: “matarás a tu padre y te casarás con tu madre”. La profecía se cumplió y permitió que, siglos más tarde, el nombre de Edipo fuera usado para designar a un incestuoso complejo psicológico.

La consulta de Orestes 

Otro famoso que consultó al oráculo fue Orestes. Quería saber si debía matar a su madre, que había asesinado a Agamenón, su esposo y padre de Orestes. La respuesta fue que debía matarla si no quería convertirse en un paria y enfermar de lepra. Ante el presagio y dado que contaba con el aval de Apolo, Orestes decidió cometer matricidio.

Pero estos son simplemente mitos. En la vida real, los gobernantes, militares y simples ciudadanos viajaban a Delfos para consultar al oráculo y con el paso de los años y la aparición del cristianismo, la popularidad del oráculo se fue diluyendo, con lo que el emperador Teodosio I tomó la decisión de ordenar su clausura en el año 381[2].

¿Dónde atendía Pitias? 

Los relatos que pasaban de boca en boca daban cuenta que Pitias atendía en una cámara ubicada en el corazón del templo. Se sentaba en un trípode, caía en un estado de trance y respondía a las preguntas que le hacían.

El trance –según versiones-, sería provocado por vapores que brotaban de unas grietas desde el suelo de la cámara. Las grietas –mencionadas en escritos-, y los vapores fueron mencionados por Heródoto, Cicerón, Plinio el Viejo y Plutarco –autor de Las vidas Paralelas-, sacerdote de Delfos, se le deben las primeras hipótesis acerca del origen geológico de los vapores dulces.

Durante la primera mitad del siglo XX, la historia de las grietas y los vapores fue dejada de lado por falta de evidencias. Posteriormente, los estadounidenses John Hale (arqueólogo), Jelle de Boer (geólogo), Jeff Chantón (químico) y Rick Spiller (toxicólogo), demostraron que, después de todo, los antiguos relatores no estaban tan errados.

Descubrimientos 

El arqueólogo y el geólogo descubrieron que la cámara del oráculo estaba dirigida exactamente sobre el punto de intersección dedos fracturas de la corteza terrestre.

Debajo del templo se hallaron grietas en la roca, producidas por la tensión de las fracturas y un depósito de hidrocarburos de origen orgánico, que bien podría ser la fuente de los vapores.

El químico, a su vez, detectó la existencia de etileno y el toxicólogo confirmó que se trataba de un gas de olor dulce que produce un estado de trance, sin pérdida del conocimiento, pero si genera euforia al aspirarlo y, además, la sensación de abandonar el cuerpo, pudiendo permanecer sentados y responder preguntas.

La investigación corroboró los detalles aludidos en los textos antiguos, de lo que surge “cuánto se puede ganar al abordar la actitud interdisciplinaria que mostraron los antiguos griegos”. (Jackemate.com)

 

[1] Los Mitos Griegos. Robert Graves.

[2] Portavoz de la voluntad de los dioses, el oráculo —y sobre todo Delfos— tenía gran influencia en la regulación del culto, la implantación de nuevas divinidades o rituales, el traslado y honra de restos mortales de héroes, la administración de áreas sagradas, el nombramiento de sacerdotes, entre otras funciones.

 

(*) Licenciado en Periodismo – rimar9900@hotmail.com

 

 

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