El verdadero sentir de
Este acontecimiento incentivó adentrarnos en los caminos de la memoria y traer al presente las viejas “tradiciones” colonialistas de Buenos Aires sobre el resto de país.
El histórico poder del puerto tal cual es la globalización, fue desdibujando el pensamiento provinciano. Supo inculcar que peticionar por sus derechos ante el despotismo era un acto de resentimiento sin razón.
Psicológicamente el reclamante estaba inhabilitado para vislumbrar más allá de los límites de su restringido pedido. No era un ciudadano “superado”, sino uno mentalmente acotado.
De alguna manera, esta imagen fue asegurada por determinados miembros de las corpos políticas provinciales mediante controvertidos enfoques. Así, edificaron y consolidaron el poder de los acomodados de la metrópoli, derivando en la entrega de ciertos derechos a Buenos Aires. Actuaron los ‘cipayos’ provinciales.
¿Pero quienes son estos servidores interiores? Son dirigentes encubiertos de una pátina de simbología patriótica contra el extranjero, pero que no aciertan a repetir su acción contra los privilegiados nacionales verdaderos opresores de las independencias regionales. Ahí el criado interior calla o asume una defensa de inconsistente sustento.
Sin embargo y respetando las posturas de quienes resisten el progreso de
Thomas Hyllad Eriksen ve en la “tiranía del momento” la cualidad sobresaliente de la sociedad actual. Acentúa que “las consecuencias de la prisa extrema son abrumadoras: tanto el pasado como el futuro entendidos como categorías mentales, están amenazados por la tiranía del momento.
Incluso el “aquí y ahora” está amenazado porque el momento siguiente llega tan rápido que resulta difícil vivir en el presente”.
El error es humano y las probabilidades de equívoco están dadas, pero debemos prestar atención. Los intereses porteños se perpetúan y afloran atrevidamente, de eso, no hay ninguna duda. Sin embargo lo más grave es cuando se atenta contra su propio terruño
La política de Aerolíneas Argentinas para nuestra ciudad debería inmortalizarse en el imaginario colectivo por su tradicional desinterés.
Esta compañía aplazó cuanta posibilidad hubo para comunicarnos con el mundo y prueba de ello es el agotador ejercicio para localizar planes propuestos para trasformar nuestro aeropuerto.
Paradójicamente si lo hicieron empresas extranjeras y en esta acción se encuentra el enigma de dilucidar: ¿Qué fortalezas imaginaron las compañías para creer en Rosario y fueron invisibles para la línea de bandera? ¿Qué valores impulsaron a distintas líneas aéreas a tomar la decisión de instalarse en Fisherton y otros esperar la autorización a volar, sin respuesta hasta el momento? ¿Por qué Rosario es discriminada y otros centros urbanos argentinos tienen ese privilegio y a nosotros nos lo quitan?
“La única verdad es la realidad”, repetía el General Perón y su sentido apareció en su máximo esplendor. La defensa de la compañía quedó hecha trizas cuando se anunció que se priorizarán vuelos de cabotaje y regionales abandonando los destinos más lejanos no redituables.
Los voceros de la re estatizada línea de bandera mostrada como la empresa por excelencia, tuvieron lejos de presentar argumentos concretos para su amparo.
De hecho con el paso de los días, las ilusorias demostraciones optimistas de AA fueron perdiendo fuerza y su vínculo con el consumidor zonal se volvió más dudoso. Por cierto, a diario se plantean más incertidumbres
En síntesis, una recomendación destinada a los escasos guardianes de lo impugnable. Sería hondamente importante emplear la memoria para no repetir errores y recordar a Abraham Lincoln al decir “mejor es callar y que sospechen de tu poca sabiduría que hablar y eliminar cualquier duda sobre ello”. (Jackemate.com)