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Por Ricardo Marconi (*)

“Yo no quería hacerles daño, sólo quería matarlos”, expresó en su confesión David Berkowitz “El hijo de Sam”, uno de los asesinos más famosos, en la sala del juzgado donde se desarrollaba el juicio.

Era la lógica que nada tiene que ver con el sentido común, aunque, vale dejar constancia, el de Berkowitz no es el caso más antiguo en este sentido, ya que hay casos remotos conocidos de asesinos en serie en los que los protagonistas pertenecen a los dos sexos como el caso de “Jack el destripador” y el de Elizabeth Batory “La condesa sangrienta”, que en el siglo XVI asesinó a más de 40 adolescentes “para tomar baños de sangre y sentirse joven”.

Estudio relevante

Uno de los trabajos más minuciosos sobre asesinos masivos fue llevado adelante por Michael Stone. En el mismo se involucró a 350 personas y el primer análisis permitió establecer que el 20 por ciento tenía una enfermedad psicótica, mientras que el 80 por ciento restante no poseía una enfermedad mental diagnosticada, ya que sólo sufrían de stress, enojo, celos e infelicidad.

También se llevó a cabo un trabajo de investigación similar sobre tiradores activos y, en esta oportunidad, el ejecutor de la tarea fue el FBI en un lapso que ocupó desde el 2000 al 2013. En este caso se advirtió que el 25 por ciento había recibido un diagnóstico psiquiátrico y un 5 por ciento sufría un mal psicopático.

Hay que dejar claro, antes de profundizar en la cuestión que nos ocupa puede describirse al asesinato masivo como el acto de asesinar a un número elevado de víctimas, de manera simultánea o en un período corto de tiempo.

Puede ser cometido por individuos u organizaciones. El término es usado también para asesinos seriales, los cuáles pueden asesinar a numerosas víctimas, pero no necesariamente al mismo tiempo.

Un perfecto femicida masivo que padeció Estados Unidos

Los asesinatos masivos han correspondido a intentos de exterminio de grupos religiosos, étnicos y de grupos completos de comunidades y los autores son calificados de genocidas, aunque algunos consideran que el genocidio puede existir donde hay una intención o plan para exterminar a un grupo en particular y que asesinar no es una condición necesaria.

Tres categorías de asesinos

Los asesinos masivos caen dentro de tres categorías: aniquiladores de familias, individuos con trastornos mentales y trabajadores disgustados que es una nomenclatura frecuentemente equivocada, ya que la mayoría de los asesinos masivos son trabajadores despedidos que, posteriormente, regresan armados y matan.

No cae en la lista de masacres los que ocurren en las escuelas, cometidas por estudiantes. Hay también asesinatos masivos no intencionales, en lo referido a la premeditación.

Algunos asesinos de este tipo pueden tener motivos financieros por los que matar, o a través de un medio como el robo con un resultado fortuito no previsto. Raramente existe una motivación sexual, aunque, a veces, hay excepciones.

En el libro de Loren Coleman “Copycat Effect”, se da cuenta que la publicidad de este tipo de episodios múltiples tiende a provocar eventos similares.

En 1984, el ex presidente Ronald Reagan anunció la creación de la Unidad de Ciencias del Comportamiento del FBI para perseguir y capturar a “asesinos recurrentes”.

El caso Crusius

Para exponer un caso concreto como ejemplo, pondremos el de Patrick Crusius, de sólo 2 años, que se investigó como el de “los asesinatos de El Paso”.

Concluida la investigación no se pudo establecer si el asesino estaba mentalmente enfermo. Sus escritos ‘on line’ sugieren que no correspondería asumir con celeridad que ese fue el caso.

Crusius despotricaba contra la inmigración y formuló un plan para “separar” a Estados Unidos en zonas raciales, a la vez que advertía que “la gente de raza blanca estaba siendo reemplazada por extranjeros”. Puntualizó que su ataque “era una respuesta a la invasión hispana de Texas”.

Richard Friedman, en uno de sus trabajos sobre la temática que analizamos, se refirió a “La atemorizante idea de que la agresión y el odio humano comunes son mucho más peligroso que cualquier enfermedad psiquiátrica”.

Y destacó: “Sólo hay que pensar en individuos impulsados a perpetrar homicidios en masa porque fueron despedidos o abandonados por sus novias y eso los llenó de odio”.

De hecho, la enfermedad mental contribuye en alrededor del 3 por ciento de los delitos en el país del Norte.

Una ficción epidemiológica

Identificar a los asesinos en masa antes de que actúen es, hasta el presente, una ficción epidemiológica, ya que dichos sujetos, generalmente, evitan tener contacto con el sistema de cuidado de la salud mental.

Brendon Tarrani, autor de 51 personas en marco de 2019, en una mezquita de Christchurch, Nueva Zelanda, no estaba mentalmente enfermo, sino que era un supremacista blanco que planeó su matanza durante dos años, impulsado por una ideología antiinmigrante y racista similar a la de Crusius y, los dos, impulsaban la teoría “del reemplazo”, que plantea una conspiración para desplazar a europeos de raza blanca y las elites a manos de pueblos no europeos por medio de una inmigración masiva.

Muerte en la iglesia

Aylann Roof, en 2015, asesinó sin miramientos a 9 personas. Lo hizo en una iglesia de Charleston, Carolina del Sur, tras proclamar su odio en un texto on line.

Había recibido un diagnóstico de trastorno de ansiedad social y autismo leve, pero no fue diagnosticado con psicosis que pudiera haberlo dejado incapaz de comprender sus actos.

“Lo que surge de estos casos es que muy poco vale reforzar los programas de salud mental”, explicitaron analistas del FBI que estudiaron asesinatos en masa.

“Sería más efectivo –aseguran-, el control de armas exhaustivo, optimizar la verificación de antecedentes y expandir las órdenes de control perimetral por riesgo extremo, a lo que se debe sumar el retiro de armas de fuego a gente potencialmente violenta”.

“El asesino en masa está ahí afuera, en algún lugar observando cuidadosamente a su próxima víctima y, quizás, este tan cuerdo como usted o yo”, recalcó “el hijo de Sam”, en el recinto del juicio donde fue condenado. (Jackemate.com)

 

(*) Licenciado en Periodismo – rimar9900@hotmail.com

 

 

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