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Cinco países encabezan el índice global de terrorismo. Son Iraq, Afganistán, Pakistán, Nigeria y Siria. Entre ellos suman el 85% del terrorismo mundial y ocupan los cinco primeros puestos del terror en una índice que va del 10 al cero y en el que Iraq se lleva un 10 rotundo

En ese elenco España ocupa el puesto 69 de entre 160 países con una nota de 1,84, mientras que Finlandia y otras 39 naciones gozan de un cero; es decir, que en teoría no conocen el terrorismo.

Como era de esperar en 2014 ha sido el Estado Islámico (EI) y sus conocidas matanzas las que han llevado a Iraq al primer puesto de este terrible ‘top five’ de muerte en el que Nigeria, de la mano de Boko Haram, avanza hacia la cumbre a pasos agigantados a punto de alcanzar a Pakistán.

Estos estudios del fenómeno terrorista efectuados por instituciones como el Institute for Economics & Peace, el Statics Portal o las fuerzas de Seguridad del Estado españolas, muestran en todos casos la gran dificultad que tienen para conocer las cifras reales y fiables de muertes que generadas por un terrorismo que ya se han convertido en una reconocida amenaza universal.

Tanto es así que, como hemos señalado en ocasiones, en los pasillos de las unidades antiterroristas de la UE se habla sin tapujos de una que estamos viviendo una nueva fórmula de guerra mundial.

Los datos fiables son difíciles de obtener por la naturaleza confusa y hasta cierto punto desordenado de los conflictos.

No obstante, se ha establecido que en 2012 murieron once mil personas víctimas del terrorismo y que en 2013 fueron 18 mil. Todavía no se conoce el recuento de 2014 que se presume alarmante.

Esta guerra tiene otras lagunas. Tampoco se sabe cuántos combatientes foráneos se han sumado durante 2014 a las filas del EI aunque hay cifras seguramente muy aproximadas.

Por ejemplo; sabemos que 20 voluntarios salieron de Catalunya (cifra de la Consellería de Interior) y unos 50 del resto de España (dato de Interior), pero se presume en medios de Inteligencia españoles que hay unos 200 voluntarios en el EI surgidos de nuestros territorios.

Lo mismo sucede con todos los países suministradores de yihadistas, Por ejemplo; las estimaciones oficiales más bajas para Túnez -paradójicamente dada su aparente moderación nacional el país musulmán con mayor aportación al EI- hablan de menos de 500 yihadistas voluntarios, pero otras también oficiales dicen que son 1.000 mientras que las más próximas a la realidad contabilizan a 3.000 yihadistas tunecinos en las filas del EI.

En el caso de Marruecos, el cuarto en aportaciones tras Arabia Saudí y Jordania, la estimación tiene dos niveles: la baja que cita unos 100 y la estimada real que sobrepasa los 2.000 voluntarios en el EI.

Parecida falta de precisión se da en los países no musulmanes. En Rusia no hay dato oficial de voluntariado yihadista pero se estima que aporta 800 al EI. Francia no es mucho más precisa pues maneja un amplio abanico que va del centenar a los 700.

En cambio, lo que está comprobado es que este voluntariado suele carecer de experiencia en combate por lo que su destino en el EI -como hemos informado en anteriores ediciones- es la retaguardia y por tanto las decapitaciones, los asesinatos y las violaciones. Son un ejército del terror.

El incremento porcentual del terrorismo global se ha podido cifrar en un 61% de 2012 a 2013 y durante 2015 se sabrá el aumento del 2014 que se espera muy alto. Se trata por tanto de un problema creciente y universal que parece que no se percibe en su justa dimensión en los países más desarrollados entre los que se cuentan los de la UE.

¿Las razones? Hay dos esenciales: por una parte, la desaparición en la práctica de los grupos tradicionales tipo ETA o IRA que generaban un terror de proximidad como padece ahora Israel con Hamas o Hizboallah, independientemente de la nueva consideración que merezca el primero de los gobiernos europeos.

Y por otra parte, la falsa sensación de lejanía del terror pese a que ocasionalmente haya brotes del mismo delante de nuestras casas del primer mundo como en Sydney, Francia, Londres o Boston.

Son síntomas graves que sólo alarman unas horas y no impactan como los grandes atentados habidos en EE.UU. o en Madrid y se olvidan, Lo mismo que otros frustrados, como el que tremendo que se preparó contra Barcelona en octubre de 2008. (Jackemate.com)

 

(*) La Vanguardia de Catalunya

 

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