Los viejos coches de las formaciones de la línea A del subte porteño, que tienen más de un siglo de vida laboral, fueron despedidos del servicio activo. En su última jornada de trabajo fueron centro de atracción de cientos de pasajeros que bajaron para verlos por última vez rodar sobre las vías
“En estos mismos vagones viajaron nuestros padres y abuelos”, explicó uno de tantos pasajeros que fueron a decirle adiós.
A partir de este sábado, la línea A estará cerrada por 56 días mientras cambian las queridas “brujas” por 45 coches chinos recientemente llegados al país.
Los trenes Fiat, que son los más nuevos de la línea, iban casi vacíos en la jornada del viernes. La gente esperaba y subía a los viejos coches de madera.
En cada estación, los recibían decenas de personas, cámara o celular en mano, para sacarles fotos. Como Claudio, de 50 años, que retrató cada detalle de un vagón hasta el final de su recorrido, en la histórica Plaza de Mayo.
“Estos trenes son parte de nuestra historia”, comentó Claudio, mientras que Lorena Gómez, otra pasajera que se vino para despedir a las viejas unidades precisó que “vine en memoria de mi abuelo Corito, que era electricista de la línea A. Trabajaba acá, en Plaza de Mayo y siempre contaba que, cuando la bombardearon en 1955, él ayudó a la gente a bajar al subte para que se refugiara. Viajar en estos trenes siempre me hace acordar a él”.
Muchos se preguntaron por el destino de los 95 vagones ‘La Brugeoise’, a lo que desde Subterráneos de Buenos Aires sólo dijeron que preservarán 15, que cuentan con protección estructural por ley, pero no aclararon qué harán con el resto.
El Ministerio de Cultura propuso usarlos para armar bibliotecas en las plazas. Según la Asociación Amigos del Tranvía, cada vagón valdría entre US$ 300.000 y US$ 500.000.
En los andenes centrales de la estación Primera Junta, dos formaciones antiguas estuvieron paradas para que la gente las admirara.
“Estoy desde la mañana y pienso quedarme hasta que cierre el subte”, proclamó Francisco Cugliari, de 71 años, mientras fotografiaba el vagón 27.
“Es el único que conserva pintada la sigla de la Compañía de Tranvías Anglo Argentina, debajo de las ventanas”, mostró. Y señaló las agarraderas blancas: “Tienen partes con el enlosado saltado por el roce de los anillos de la gente”.
“La primera vez que viajé al centro, mi papá me llevó en este subte. Teníamos que portarnos bien, para ir a pasear el fin de semana a la calle Florida”, recordó Luján Reynoso, de 68 años. “A mí me decían ‘Vestite que vamos al centro’, e íbamos en estos vagones”, intervino Jorge Moreno, de 74.
Dos boleteras también aprovecharon para sacarse fotos. “Son una reliquia y los vamos a extrañar”, confesó Graciela.
“Hoy vinieron muchos pasajeros a contarnos sus historias con el subte. Estos vagones vivieron dictaduras y todo tipo de gobiernos”, intervino Cristina.
En ese momento, apareció una guarda, tocó el silbato y anunció el cierre de puertas de una de las formaciones en exhibición. Algunas personas bajaron, pero otras no se dieron cuenta y terminaron en un forzado viaje hacia el depósito.
Poco después llegaron los metro-delegados a bordo de una “bruja”, acompañados por legisladores porteños como Aníbal Ibarra y María José Lubertino.
En Primera Junta los esperaba el “Negro” Fontova cantando: “Me contaron que bajo el asfalto existe un mundo distinto con gente que nunca vio el sol…” Pasadas las 15, el maquinista del vagón 98 accedió al pedido de la gente, y dejó abierta la puerta de su cabina para que la gente sacara fotos.
“Aprovechá y mirá todo, que es la última vez”, le dijo un padre a su hijo de 9 años. “Ojalá que no tiren estos trenes como si fueran un cachivache –suspiró Rosa Baca–. Viajé en esta línea por primera vez en los 70, para ir al Teatro Avenida a ver El Barbero de Sevilla”.
Eran las 22.50 del viernes, cuando la última formación ‘La Brugeoise’ partió desde Plaza de Mayo hacia su estacionamiento para el descanso. Para muchos fue la oportunidad final para sentarse en sus asientos lustrados y sentir su profundo olor a madera y ese bamboleo que hacía temer que el vagón se desarmara. (Jackemate.com)