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Los catalanes independentistas salieron a las calles a celebrar el triunfo en las elecciones autonómicas. Aunque puedan existir dudas sobre la legitimidad o amplitud de dicha mayoría, los números es lo que dicen: Junts pel Sí, la lista que une a CDC y ERC y las entidades soberanistas ha alcanzado 62 escaños. Y la CUP, que representa a la izquierda anticapitalista independentista que encabeza Antonio Baños obtiene 10 escaños

Según la edición digital del periódico barcelonés ‘La Vanguardia’, la suma de estas dos formaciones, las del sí a la independencia en esta suerte de plebiscito, suman 72 diputados en el Parlament de Catalunya y más de 1,9 millones de votos, y ambas se ven legitimadas para llevar a cabo un proceso de independencia.

Tanto Artur Mas como Oriol Junqueras como Raül Romeva han considerado que el pueblo de Catalunya ha otorgado un mandato democrático claro a su candidatura y así lo han proclamado solemnemente entre los gritos de independencia de sus seguidores en el Centre Cultural Born de Barcelona.

Pero no todos consideran legitimada esa victoria. El Gobierno central desde Madrid, pero también el PSOE y las formaciones claramente contrarias a la independencia como Ciutadans o el PSC consideran que Mas ha salido derrotado de su planteamiento plebiscitario al no alcanzar más del 50% de los votos -en concreto, se ha quedado algo por encima del 47%.

En este punto, la discusión se complica. Desde Junts pel Sí, se argumenta que no se puede sumar los votos de Catalunya Sí que es Pot en ningún bloque porque esta formación no explicitó su posición en este sentido.

En cambio, los contrarios a la independencia sitúan a la candidatura encabezada por Lluís Rabell en el no a la independencia

Más allá de este debate, que dará que hablar, la noche electoral ha dado otro gran titular: el espectacular ascenso de Ciutadans a segunda fuerza en el Parlament de Catalunya, con un incremento de 9 a 25 escaños, lo que significa casi 10 puntos porcentuales más de apoyo popular respecto a las elecciones de 2012.

Un aumento muy significativo que coloca a la formación que encabeza Inés Arrimadas como principal referente anti soberanista y que sitúa a su líder Albert Rivera en una posición de privilegio de cara a las elecciones generales de diciembre.

Los acólitos de Ciutadans no han podido ocultar su euforia por estos resultados. Entre gritos y cánticos, la candidata Arrimadas apenas ha podido alzar la voz para reclamar directamente la dimisión al presidente catalán Artur Mas y una nueva convocatoria de elecciones autonómicas.

También Miquel Iceta sale bien parado de esta noche electoral. Los socialistas catalanes han superado los peores vaticinios y se han situado en tercera posición, alcanzando 16 escaños y más del 17% de los votos en unos comicios en los que han acusado menos de lo esperado la polarización entre las posiciones independentistas y contrarias a la independencia.

Iceta ha visto recompensada una campaña intensa y el PSC ha podido celebrar algo después de varios años de noches electorales para olvidar.

El primer secretario general del PSC ha felicitado a Junts pel Sí y ha reconocido su victoria pero ha rechazado considerar que estas elecciones legitiman un proceso independentista.

Un dato que no debe pasar desapercibido y que explica en parte el carácter extraordinario de estas elecciones es el de participación.

Más de un 77% del censo electoral ha acudido a las urnas, lo que supone un récord absoluto desde la recuperación de las instituciones de Catalunya durante la Transición. Más allá de celebrar sus victorias y sus derrotas, todos los políticos han alabado especialmente este aumento significativo de la participación.

Los catalanes fuera de la Unión Europea

Por otra parte, siguen las amenazas ante la posible continuidad del proceso independentista de los catalanes de España. Según el diario madrileño ‘El País’, fuentes de la Unión Europea, con sede en Bruselas, en Bélgica, en caso de ocurrir la pretensión catalana de independizarse de España, quedaría automáticamente fuera de la comunidad y, como un nuevo país, debería solicitar el permiso para su incorporación a la misma.

"Cataluña quedaría fuera y debería iniciar un largo proceso de reconocimiento internacional", precisaron las fuentes, quienes agregaron que "los firmantes del tratado son los Estados miembros”, por lo que “una independencia unilateral iría contra los intereses y la estabilidad de muchos Estados, que a buen seguro pondrían las cosas difíciles".

Y reiteraron: "Es muy sencillo. La palabra Cataluña no figura en los tratados. Para incluirla tienen que modificase los tratados, y eso requiere unanimidad".

Tanto el ex jurisconsulto Jean-Claude Piris, quien redactó el Tratado de Lisboa, como los actuales juristas de Bruselas comparten esa postura sin fisuras.

Piris, según cuenta él mismo, llegó a exponérsela personalmente a Artur Mas cuando fue preguntado por la Generalitat al respecto.

Y aun así el bloque partidario de la independencia lleva años sembrando dudas, dando la batalla jurídica y diplomáticamente para señalar que, como demuestra la crisis del euro, si hay voluntad política los tratados son lo suficientemente maleables como para permitir un encaje de Cataluña en el euro, en la UE, donde haga falta.

Los soberanistas aseguran que esa doctrina solo ha aparecido en respuestas a la Eurocámara. No tiene valor jurídico, dicen. Los juristas de la Comisión, sin embargo, apuntan que no ha habido una opinión jurídica porque nadie la ha pedido: eso sería dar carta de naturaleza a una independencia que no se ha producido.

Bruselas se ha metido en un fenomenal embrollo en los últimos días. A preguntas de un eurodiputado, Juncker aseguró que una declaración unilateral de independencia por parte de un Parlamento regional no tendría valor jurídico.

Al cabo de unas horas, se desdijo: la verdadera respuesta era que Bruselas no va a meterse en un asunto interno de España. (Agencias/Jackemate.com)

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