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Por Ricardo Marconi (*)

A las 9 de la mañana del 21 de setiembre de 1976, despertaba con llovizna en Washington y el tráfico, con el correr de los minutos, se intensificaba en la avenida Massachusetts. Inesperadamente se produce el estallido debajo de un automóvil que ingresaba en el Círculo Sheridan, casi frente a la Embajada de Chile. Acaba de producirse el primer acto terrorista a nivel internacional en la capital de Estados Unidos.

La víctima resultó ser Marcos Orlando Letelier del Solar, nacido en Temuco, Chile, quien vivía en la sede diplomática como embajador -desde enero de 1971-, del gobierno socialista de Salvador Allende.

Había estudiado en el Liceo Lastarria y en el Instituto Nacional, a la vez que había ingresado, a los 16 años, en la Escuela Militar Libertador Bernardo O’Higgins.

Dejaba de existir el que había sido canciller y ministro de Defensa, casado con Margarita Morel Gomucio. Se quedaban huérfanos Juan Pablo, Francisco, José y Cristian.

Había perdido la vida el hijo menor de la familia de Orlando Letelier Ruiz e Inés del Solar Rosemberg. El funcionario asesando representaba a su gobierno en lo atinente al proceso de nacionalización de la minería y el cobre, tema que fue aprobado unánimemente por el Congreso Nacional en julio de 1971.

Se inicia la indagación del crimen 

No transcurrieron muchos minutos para que al lugar llegara –como en las series-, el agente especial del FBI Carter Cormick quien luego, ante sus superiores señaló que “vio a un hombre fuera del auto, gritando, cubriéndose los oídos” y a una mujer “tirada en el pasto”. Con pesadumbre admitió que “en el interior del vehículo se encontraba el cuerpo de Letelier, al que le faltaban las piernas”.

La mujer era Ronni Moffit, la que había perdido la vida por una astilla de metal que le había cortado una arteria del cuello y viajaba en el auto de su marido, Michael Moffit, ayudante de Letelier, el que estaba herido levemente y gritaba a quien lo quisiera escuchar: “Lo hizo la DINA”, la sigla de la Dirección de Inteligencia Nacional chilena, esto es la policía secreta de Augusto Pinochet, que tres años antes del atentado referido, un 11 de setiembre, había derrocado a Salvador Allende.

Un episodio inaceptable 

El asesinato de un diplomático extranjero fue considerado inadmisible para cualquier gobierno y se convirtió en una prioridad para ser resuelto por el FBI.

En el momento del atentado, Estados Unidos era el mejor aliado y defensor de la dictadura pinochetista y de todos los regímenes militares del Cono Sur, por lo que la CIA y la DINA mantenían estrechas relaciones.

La DINA recibía entrenamiento en operaciones internacionales y pagaba a su jefe, Manuel Contreras, la suma de U$ 5.000 dólares mensuales por su colaboración.

Luego del ataque, la CIA filtró a la prensa estadounidense que Letelier había sido asesinado por sus propios camaradas de izquierda para desacreditar a Chile y crear un mártir.

Mientras tanto, Cormick y su gente compartían el anticomunismo del FBI, que utilizaba recursos para investigar a movimientos de izquierda y de oposición a la guerra de Vietnam.

Siendo ministro de Defensa, convirtiéndose en el primer funcionario gubernamental en ser detenido y torturado, primero en el Regimiento de Artillería Tacna y en la Escuela Militar, tras lo cual fue enviado como preso político por ocho meses a la isla Dawson, en el Estrecho de Magallanes.

Además, estuvo preso en el subterráneo de la Academia de Guerra de la Fuerza Aérea y el Campamento de Ritoque, en Valparaíso, lugar de donde fue liberado por la presión internacional.

Luego de ocupar diversos y prestigiosos cargos se convirtió en la voz más destacada de la oposición chilena. Su actividad académica enfureció a Pinochet y le retiró la nacionalidad chilena.

En el centro, detrás del presidente Salvador Allende, el asesinado Orlando Letelier

Letelier respondió la afrenta señalando: “Se me ha privado de mi dignidad de chileno, pero yo quiero que ustedes sepan que yo soy chileno, nací chileno y moriré chileno. Ellos los fascistas, nacieron traidores, viven como traidores y serán recordados siempre como fascistas traidores”.

Datos cruciales 

Se logró penetrar las entrañas del sistema de represión chileno en base a datos obtenidos por el FBI en Argentina, Paraguay y Venezuela, respecto de operaciones secretas que precedieron al asesinato.

Es que un coronel argentino, del Servicio de Inteligencia Militar que había estado en Santiago de Chile reveló mediante el agente Robert Sherrer, que el atentado había sido organizado por la DINA a través de la Operación Cóndor.

En Paraguay, el FBI consiguió copias de telegramas que revelaban los esfuerzos de la dictadura chilena para conseguir pasaportes falsos para el equipo de asesinos y también lograron probar la participación de cubanos anticastristas en la fabricación de la bomba a control remoto y su colocación en el automóvil de Letelier.

Asesino identificado 

Sin duda, la pieza más productiva de la indagación criminal fue la identificación del asesino Michael Towley, un norteamericano que colaboró con el Servicio Secreto Chileno y que resultó detenido en territorio de Estados Unidos.

Towley se convirtió en el testigo clave del caso y de otros operativos terroristas, como el del comandante del Ejército chileno Carlos Prat –del que ya hemos brindado detallada información-, además de varios atentados en América Latina.

La documentación obtenida fue una de las más importantes contra las violaciones de los derechos humanos de parte de regímenes militares en varios países, especialmente los del Cono Sur, así como de Francia, España e Italia. (Jackemate.com)

 

(*) Licenciado en Periodismo – rimar9900@hotmail.com

 

 

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