Por Ricardo Marconi (*)
La educación se propone, desde el nacimiento a la vejez, generar aceptables miembros de la comunidad, reemplazando en los mismos el instinto por maneras fijas de pensar y obrar en consecuencia, logrando como resultante un ser humano evolucionado, con tendencia a la utilización de los conocimientos, en un período de aprendizaje más prolongado.
En los seres humanos hay una tendencia hacia el uso de los conocimientos debido a que entienden que en ellos el saber tiene importancia para afrontar la vida social. Y los especialistas en educación comprenden que, en el proceso evolutivo, la creciente corteza cerebral asegura un mayor almacenamiento de datos, a la vez que promueve el afloramiento de las inhibiciones.
Los antropólogos aportan a ese criterio señalando que los impulsos son controlados mentalmente por las percepciones y la visión anticipada mediante el conocimiento y el proceso de recompensas.
Si el aprendizaje fracasa, el instinto lo reemplaza muy rápidamente. Algunos estudiosos del tema que nos ocupa aseguran que lo hace instantáneamente.
Al dilatarse el aprendizaje hay más probabilidades de cometer errores y es por ese motivo que se inculcan pautas de conducta que reemplazan al instinto de manera firme, convirtiéndose esas pautas en “hábitos”.
Así se logra desplazar el instinto por el conocimiento. Un ejemplo lo tenemos con los primates que se diferencian entre sí, adquiriendo en su crianza pautas mínimas de conducta a través del juego, la observación y la imitación.
Conocimientos y control social
Al transformarse la sociedad por la adquisición natural de actividades más complejas, el ser humano comenzó a acumular conocimientos y el control social se realizó, en el inicio, por medio de procesos sutiles. tal como los gestos amenazantes. El más fuerte, en un principio, no aplicó la violencia directa sobre el más débil. Bastaba con intimidarlo. De esa manera evitaba ir al choque directo e impredecible.
Ningún adulto puede albergar todos los datos que debe transferir y es por esa razón que surgieron los especialistas que enseñan en un ambiente externo, donde se inculcan conocimientos y los mencionados hábitos, relacionados con la vida futura del que adquiere esos datos.
Utilizamos el vocablo “educación” en un sentido amplio y extendido en el tiempo. El ser humano, desde bebé comienza coordinando ideas y se limita a deleitarse con las cosas mientras, paralelamente profundiza el manejo de su cuerpo. Cualquier pediatra lo confirmará.
Decimos esto para avanzar en otro concepto: No sólo somos seres “plásticos”, sino también “porosos”, ya que nos esforzamos por asimilar lo que conocemos y nos interesamos en aprender lo que desconocemos y luego de adquirido el conocimiento lo trasmitimos.
En definitiva, somos activos participantes de un proceso de aprendizaje y no pasivas máquinas que pueden ser entrenadas.
Estudiosos de la educación afirman que la misma abarca todo nuestro ser y no sólo los procesos intelectuales que nos proveen de datos para tomar decisiones, ya que el ideal educativo es crear hombres y mujeres íntegros, justos, rectos y honrados, entre otras cualidades.
La pretensión es formar al hombre como un “ser superior” con tendencia a la adquisición permanente de conocimiento y a enseñar para iniciar el vínculo maestro-alumno.
Aquellos que hayan tenido la oportunidad de leer algún texto sobre biogramática primigenia –tema que en alguna columna próximamente abordaremos- tomarán en su real expresión el concepto en el que avanzamos al señalar que el civismo es una dimensión propia y nueva de los sistemas educativos en la especie humana.
Por ahora la cuestión la dejamos ahí y avanzamos en la que en esta columna nos ocupa: la enseñanza, que al igual que en la vida ha dejado de ser una sola pieza que apunta a una meta única, esto es que la criatura humana ha sido preparada para recibir seguridad, en principio, en un círculo familiar.
Los profesores con experiencia saben que la fragmentación del proceso educativo los agobia. Su presencia en el aula está vinculada con el acrecentamiento del conocimiento que cada vez más tiende, como ya indicamos, a ser especializado.
La aparición de los chamanes
Por lo indicado, ha surgido la idea que los primeros “profesores” fueron los chamanes, quienes enseñaron a sus sucesores. El primer aprendiz fue el “aprendiz hechicero”. Él era –salvando las distancias-, el “mago” especializado de saber, por ejemplo, sobre la cura de males físicos y mentales y hasta se los consideraba adivinos.
Los mecanismos que posibilitan la dominación y la atención del otro fueron utilizados en el área política, pero no en el terreno docente, ya que la dominación y la atención tienen más que ver con el control que con la instrucción.
La escuela que actualmente es atacada por tita tiros o sicarios en Rosario con el objetivo de ser utilizada como “receptora de mensajes de unos delincuentes a otros de su igual calibre humano”, se ve impelida de lograr un difícil equilibrio entre la disciplina y el aprendizaje en algunos casos, o el logro de otro equilibrio: el de enseñar y dar de comer a los más desprotegidos, convirtiendo a la institución educativa –me duele decirlo- en un centro precario de alimentación básico, donde el alumno concurre impelido por la necesidad de tener , una vez al día, la pancita llena. (Jackemate.com)
(*) Licenciado en Periodismo – Postítulo en Comunicación Política