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Por Ricardo Marconi (*)

Aunque algunos consideraron que el hecho de armar a los guerrilleros afganos, particularmente a Ahmed Shah Massoud, de la Alianza del Norte era suficiente para derrocar a los talibanes, obviamente con el agregado de apoyo de la OTAN.

El jefe del Estado Mayor Conjunto de los ejércitos que enfrentaban a los talibanes, Hugh Shelton, explicó que la Alianza del Norte “tenía su propio equipaje militar y, cuando uno agrega la bandera estadounidense a sus filas y se asocia con ellos, entonces también puede ser considerado responsables de sus acciones”.

En su momento, el ex presidente Bill Clinton aprobó cada una de las acciones que le recomendaron, pero el Pentágono y la CIA, nunca lograron el nivel pretendido.

La inteligencia estadounidense y quienes la apoyaron con datos nunca lograron saber que haría Osama Bin Laden 6 o 10 horas hacia delante de cada día y era por ello que lograba escabullirse a tiempo para evitar ser capturado, a veces por una diferencia de horas y hasta por minutos.

En sus informes, Richard Clarke [1] propuso armar a la Alianza del Norte, movilizar a combatientes enemigos de Laden en Uzbekistán y activar un dron, de unos doce metros y 400 kilos de peso, sin tripulación, equipado con cámara de video de precisión infrarroja para encontrar a dicho terrorista.

Pero el plan recibió un apoyo fragmentado de la Agencia Central de Inteligencia, la que estaba por recibir mayor autonomía para realizar operaciones encubiertas.

Soldados afganos de la Alianza del Norte en un carro de asalto

Al establecerse Bin Laden en Afganistán, en 1996, encontró un puerto seguro. Los talibanes compartían con él sus estructuras y sus estrictas creencias musulmanas. Como contraprestación, Laden “bancaba” un Estado y vivía en un refugio seguro con suficiente libertad para instalar campos de entrenamiento para terroristas en territorio afgano.

Además, los dos lados, como en una simbiosis, se alimentaban del producido de la droga. Laden tenía guardias de seguridad talibanes y estos negaban pedidos de extradición de la comunidad internacional.

Apoyo 

El 7 de octubre de 2001, EE.UU. le requirió apoyo a la Alianza del Norte para atacar a la red de Al Qaeda y a los talibanes en Afganistán.

La Alianza entregó 20.000 hombres, fundamentalmente Tajik, aunque también había uzbekos como el conocido general Abdul Raschid Doustom, quien ya había luchado contra los soviéticos, con el apoyo estadounidense y luego contra los talibanes, en 1996.

Pensaban alcanzar la victoria contra una estructura militar arcaica como era la de los talibanes, que luchaba contra una Alianza que posee soldados experimentados en la lucha de montaña, así como la información sobre el terreno y soldados locales.

El 9 de noviembre del mismo año, la Alianza del Norte había tomado la ciudad de Mazar –I- Hairif, a la que se sumaron otras victorias en otras cinco localidades cercanas, con lo que lograron mayor fuerza y el control de un tercio del país y brindaron una vía de acceso a las fuerzas norteamericanas para sentar bases en el norte afgano, facilitando ataques a Kabul y a otras ciudades menores del sur.

Los talibanes huyeron casi sin presentar batalla. Y el 13 de noviembre la Alianza del Norte declaró la victoria en la capital de Afganistán.

Escondidos en las montañas

Las fuerzas talibanes, superados ampliamente, corrieron a esconderse en los túneles de las montañas de Tora Bora, donde –como describimos oportunamente en otras columnas-, fueron bombardeados por aviones B-52, e incluso debieron soportar el impacto de bombas que destruían sus túneles subterráneos, generándoles muchísimas pérdidas entre sus filas durante 8 días y sus noches. Los talibanes sobrevivientes lograron escapar muy penosamente hacia el límite con Pakistán.

Los norteamericanos entonces elevaron la recompensa por Laden a 25 millones de dólares para que se entregara, mientras hacía llover panfletos sobre Afganistán y, fundamentalmente, en la región de las montañas de Tora Bora para que se rindieran alrededor de 2.000 combatientes resistentes.

Laden y el ulema Mohamed Omar lograron escapar del cerco en el que resultaron muertos en combates 90 soldados norteamericanos y un número no precisado de talibanes.

El presidente Bush fortaleció su posición, con un apoyo estadounidense abrumador en ese tiempo. Sin embargo, la Alianza del Norte no recibió el reconocimiento por su colaboración, la que permitió que cayera la agresión terrorista. (Jackemate.com)

 

[1] Responsable del antiterrorismo en la Casa Blanca.

 

(*) Licenciado en Periodismo – rimar9900@hotmail.com

 

 

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