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Por Ricardo Marconi (*)

Aquella noche del 11 de marzo de 1982, a las 20.30, cuando las sombras le ganaban a la luz, el allanamiento del departamento de Alberto Felipe Chaume ya estaba casi terminado.

El área de investigaciones de la policía, venía escuchando desde hacía días su teléfono, tras recibir la autorización judicial, como resultante de una denuncia del portero de uno de los edificios de Avenida Ovidio Lagos, al 500.

El empleado del lugar, días atrás, había tenido una discusión con el morador del departamento del sexto piso, luego por haber detectado la existencia de revistas pornográficas en el hall de entrada, -con las que el abogado Chaume colaboraba-, y decidió denunciarlo.

Al ingresar las autoridades al lugar, se encontraron con un panorama inimaginable para quienes se hallaban acostumbrados a procedimientos relacionados con Moralidad Pública, como se denominaba el área encargada de la jefatura de la Unidad Regional II.

La casa de las «fiestas»

Tras la puerta principal del sexto piso, quien ingresaba a la vivienda lo hacía por un oscuro pasillo, que a la derecha tenía una pieza con cámaras y luces para fotografiar todo tipo de relaciones sexuales y, obviamente, una cama.

Y si uno continuaba por el pasillo, sobre la izquierda los policías casi se chocaban con grandes containers de tapa verde que contenían –según algunas versiones-, más de 30.000 imágenes, tanto en blanco y negro como en colores, así como revistas nacionales y extranjeras –algunas enviadas desde Miami, Estados Unidos- y otras de otros países de distintos países de Europa, a lo que se agregaban negativos.

Frente a las cajas estaba un reducido espacio, destinado al revelado de fotos y hacia el fondo del departamento se hallaba el dormitorio de Chaume y la cocina, que finalizaba en una pared medianera que daba al contrafrente.

Alberto Felipe Chaume

Sobre esta última pared –en el mismo ámbito donde estaban los containers-, había un gran ventanal, hacia el que imprevistamente el abogado, casi rodeado, se dirigió para arrojarse presuntamente al vacío, lo que impidieron los policías.

Las fotos con menores y mujeres mayores eran una prueba irrefutable y Chaume terminó procesado y condenado por facilitar la prostitución y corrupción de menores en la década del 80.

 Trayectoria del degenerado 

 Chaume, de contextura baja, cabello teñido y bigote finito, había nacido en Santa Fe  y llegó a ocupar el cargo de director general de Rentas  de la provincia de Santa Fe.

Tras ocultarse con una pátina de hombre que transcurría una existencia rutinaria, se dedicaba a su afición por las fotos eróticas, las que coleccionaba y producía en su laboratorio, al parecer de manera gratuita para revistas del orbe.

Antes de jubilarse, el pornógrafo se había radicado en Rosario, presumiéndose que en su departamento organizaba reducidas reuniones con mujeres mayores y menores escolares de entre 14 o 15 años.

Días después del allanamiento, la Liga de la Decencia, emitió un comunicado, firmado por Miguel Pérez Bernasconi, secretario de prensa de la misma en la que se señaló que “las crónicas policiales de estos días han revelado detalles de la detención de un aberrante sujeto, típico exponente de la nefasta influencia de la pornografía en el comportamiento humano”.

En diversas actuaciones judiciales intervinieron dos jueces: Jorge Eldo Juárez y Otto Crippa García, quienes debieron extender sus acciones judiciales a otras ciudades argentinas como Mar del Plata, -donde el accionar delictivo del dedicado pornógrafo se habría iniciado-, para localizar y secuestrar imágenes y documental.

Chaume terminó de transitar 8 años de cárcel y fue liberado por buena conducta a fines de la década del 80. En 1983, su esposa, asistente de las sesiones fotográficas y gestora de las reuniones sexuales-, se suicidó en 1983.

Tras la muerte de su mujer reinstaló el laboratorio y volvió a su hobby, cayendo en 1997 nuevamente preso luego de ser engañado por una mujer policía –Mariana Pussafiume- que se hizo pasar por prostituta.

Al pornógrafo, en ese momento, el tener 82 años lo salvó de caer preso nuevamente, pero a la muerte no la pudo esquivar el 18 de setiembre de 2002, probablemente ahogado en la bañera de su casa.

Al experto en obscenidades, en una de las dos oportunidades en que fue detenido, trascendió, se lo indagó en torno a una escuela de monjas cercana a su departamento, ya que, al parecer, se invitaba a las alumnas de la misma a participar de sesiones fotográficas pagas. (Jackemate.com) 

 

(*) Licenciado en Periodismo – rimar9900@hotmail.com

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