Por Ricardo Marconi (*)
El planeta Marte es el cuarto en orden de distancia al sol y es árido, parecido al desierto de Atacama, donde hay muy bajas temperaturas. Y, sin embargo, es el que posee la mayor probabilidad de que sea habitado por seres humanos por su distancia a la Tierra.
También lo es por su atmósfera muy semejante a la nuestra y, por dicha razón, el plan instrumentado por Estados Unidos y otros países del orbe, es el de instalar bases que permitan despegar estructuras complejas que puedan subsistir a largo plazo.
Gilbert Levin, fue el encargado de los experimentos científicos de las sondas Viking 1 y 2, cuando ‘amartizaron’ en julio y setiembre de 1976 y más de cuatro décadas después reveló el resultado de una prueba.
Levin señaló que “uno de los experimentos dio la primera pista de que habíamos detectado rastros de vida en la superficie marciana” y seguidamente aclaró: “La evidencia no resultó concluyente, pero estoy convencido de que en ese momento encontramos, por primera vez, una prueba inequívoca de vida extraterrestre”.
El experimentado científico subrayó que “el experimento, denominado Labeled Release (LR) Liberación Etiquetada tenía una configuración más o menos simple. Se trataba de una muestra de suelo marciano que recibió una gota de nutrientes diluidos, marcados con un isótopo de carbono radiactivo.
Si las formas de vida emitieran dióxido de carbono en Marte, liberarían la etiqueta radiactiva y el experimento la detectaría”.
Ocurrió que las dos sondas Viking realizaron el experimento. La Viking 1 recolectó una muestra expuesta a la luz solar y la 2 hizo lo propio de debajo de una roca. Ambos experimentos dieron cuenta de la detección.
Pasada una semana, se repitió la experimentación utilizando la misma muestra, pero en este último caso no se detectó nada. Levin y su compañera de estudios, la doctora Patricia Ann Straat, consideraron que los resultados no fueron concluyentes, dado que el Viking Molecular Analysis Experiment no pudo detectar la materia orgánica.
Sin embargo…
En los últimos años, Tanto Levin como Straat reconsideraron sus hallazgos: “la investigación de la década del 70 fue la primera detección de la vida extraterrena”, aseguró Levin y agregó: “Este y muchos otros hallazgos de los últimos 43 años hacen que la vida en Marte sea mucho más que una posibilidad”.
Los experimentadores propusieron que el experimento LR sea enviado a Marte para confirmar la existencia de vida.
“Las reacciones químicas, no biológicas no distinguen entre moléculas orgánicas zurdas y derechas”, pero todos los seres vivos lo hacen, aseguró Levin que cree que su condición de científico le permite percibir algo más que os elementos químicos que utilizó.
Kilopower y el Rover Mars 2020
Vale apuntar que recientemente se creó un reactor nuclear –el kilopower-, para producir energía en el espacio. Se necesitarán 5 idénticos para obtener el hábitat marciano y para purificar el aire, generar oxígeno y hasta el combustible indispensable para regresar a la Tierra.
En esta columna hemos, en distintas oportunidades y a medida que avanzaba el proyecto, nos referimos al Rover Mars 2020 que ya sobre el planeta rojo porta un instrumento que lo ayudará a buscar signos de vida pasados.
Es un equipo de escaneo de entornos habitables con Raman –detector de signos de vida-, o luminiscencia para productos orgánicos y químicos denominado Sherloc.
Hay que dejar claro que, si los científicos no logran hallar evidencia de vida, esto no pondrá fin a la experiencia humana de exploración extraterrena, ya que la nave pondrá a prueba la producción de oxígeno en el planeta y controlará el clima para evaluar cómo podrían vivir las colonias humanas en Marte.
Debemos hace referencia a una cuestión que entendemos es fundamental: la NASA ya logró producir cemento en el espacio y ello es esencial para instalar una colonia marciana que se presume estaría puesta en funcionamiento en 2033, a los fines de dar los primeros pasos elementales de una colonización.
Mixtura de conocimientos
Es fácil desde el terreno de las palabras hacer referencia a la colonización de Marte, pero para lograrlo es preciso unir conocimientos de diseño aeroespacial, de órbitas, de formas de viajar en el espacio por largos lapsos, de instrumentación planetaria, equipamiento y entrenamiento que se cumple en el Centro de Vuelo Espacial que se encuentra a sólo 10 kilómetros al noroeste de Washington DC.
Por ahora el rover Perseverance, que tiene el tamaño de un auto, está equipado con siete sistemas de sensores desarrollados para ayudar a identificar muestras, a lo que se suma el helicóptero Ingenuity Mars, equipo que ya inició una misión que durará, como mínimo, un año marciano de 687 días.
El helicóptero efectuará el primer vuelo controlado y con motor en otro planeta en los primeros días de abril.
El cráter Jezero ha sido el sitio de amartizaje en el que se buscarán signos de vida. Allí hace 3.500 millones de años era el espacio de un lago, con su delta y con la posible biofirma de que allí existió la vida que nos estaría esperando para que la descubriéramos.
La nave está preparada para hallar vida en los sedimentos de la costa que podrían estar incrustados con minerales de carbonato, que son excelentes para preservar ciertos tipos de vida fosilizada, según el criterio de Ken Williford, científico adjunto del proyecto que nos ocupa., quien sostiene que “Marte podría haber sustentado la vida microbiana hace miles de millones de años”.
También se utilizará una cámara Mastcam-Z, instalada en el mástil del rover para inspeccionar objetivos interesantes. Asimismo, hay un láser que será direccionado a objetivos, generando una nube de plasma que puede analizarse para ayudar a determinar la composición química.
Hay, además un PIXL, instrumento para la litoquímica de rayos X que empleará un poderoso haz de rayos X para buscar huellas químicas de vidas pasadas.
El referido SHERLOC y el PIXL proporcionarán mapas de alta resolución de elementos, minerales y moléculas en rocas y sedimentos marcianos, lo que permitirá a los astrobiólogos evaluar su composición y determinar los núcleos más prometedores para recolectar.
Los científicos tienen la esperanza de hallar estromatolitos, o sea montículos rocosos ondulados, formados hace mucho tiempo por la vida microbiana a lo largo de las costas antiguas y en otros entornos donde abundaban la energía metabólica y el agua.
Esas muestras serán conservadas hasta que una misión pueda ir a buscarlas, lo que se espera que suceda en la década de 2030. (Jackemate.com)
(*) Licenciado en Periodismo – rimar9900@hotmail.com