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"De ninguna manera puedo amarte, y sin embargo eres aquélla que más extraño en un mundo que cada vez voy reduciendo más y más para reducir en mis pensamientos el espacio de tu ausencia…"

Estos primeros versos son un poeta inglés, del mismo tiempo que Hopkins y como éste jesuita, por lo cual las pocas obras poéticas que se conocieron de él fueron póstumas, ya que sú decisión fue no publicarlas.

Su tristeza fue la de otros poetas. Se enamoró de una mujer casada, mucho más joven que él, y a la cual si bien se supone que debe haber estado con ella unas cinco o siete veces, hubo amor entre ellos, pero nunca llegaron mucho más lejos de acariciarse las manos, brevemente, en un atardecer de abril en el claroscuro interior del interior de una berlina detenida en la noche para que ella descendiera del carruaje.

Ella desconsolada, puso en manos de una amiga las cartas y poemas que él le había enviado. Ella murió poco tiempo después que él y su amiga supo cumplir, al menos en parte, su promesa de hacerlas conocer.

Pero un amigo, a las cuales ella las hizo conocer pensó que era necesario que al menos se hicieran algunas ediciones, sin nombre de autor alguno, al menos de algunos fragmentos.

En uno de ellos el jesuita enamorado, trata de explicar de qué manera se puede extrañar aquéllo que nunca se ha podido tener.

"Ese frasco de vidrio, con una flor en su interior, al borde de la mesa, no es alcanzado por el poeta desde el otro borde, hasta que sus ojos se cierran por el cansancio…"

En otro, el poeta describe a su amada en unos versos que nos parecen intraducibles, pues el concepto de la aliteración solamente logra su efecto en el inglés. Nos imaginamos ese poema en particular recitado por Dylan Thomas, envuelto en sus palabras y en el alcohol que lentamente lo fue llevando a la muerte. (Jackemate.com)

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