Hora local en Rosario:
Comparte este Articulo...

 

 

 

 

 

Por Mabel Martínez (*)

El tema a tratar, el optimismo, generalmente, es observado como un halo de dificultad muy marcado, como una abstracción que no se puede concretar en esta situación mundial difícil, mientras hay aires bélicos, desastres climáticos, pobreza, una economía cada día más empeorada, femicidios, delincuencia, drogadicción y una disparidad étnica, social y religiosa. Ante este panorama se origina desazón, ansiedad, desasosiego, desesperanza y el pesimismo deja de ser una opción y se instala como una práctica social.

Rabindranath Tagore propone un concepto que permite repensar nuestras ideas: ‘Tengo mi propia versión del optimismo. Si no puedo cruzar una puerta, cruzaré otra o haré otra puerta. Algo maravilloso vendrá, no importa lo oscuro que esté el presente”

Subyace la positividad que pocos seres humanos demostramos ante las adversidades diarias. Nuestras vidas, en ciertos casos, golpeadas, sufridas y hasta algunos incrédulos para encontrar nuevos horizontes.

Hay motivos, ¡y muchos! para confiar y empezar a desarrollar una mirada optimista para el futuro.  Es una necesidad y obligación ser optimista en forma inmediata.

Planteamos al optimismo como una disposición optativa, o bien una actitud ante los eventos que nos suceden. También el modo de ver o juzgar cada circunstancia desde lo favorable o positivo o auténtico. Así podemos aceptar y asumir los obstáculos, los tropiezos, los errores con resolución y energía.

La etimología de optimismo es una voz latina “Optimus” cuyo significado es “muy bueno” o “buenísimo”, superlativos relativo y absoluto respectivamente.

Esta palabra ya fue enunciada, observada y considerada por el filósofo Leibniz y por Voltaire. Según los estudiosos,  podemos referirnos a distintos tipos de optimismo personal, laboral, grupal, pedagógico, religioso, es decir en distintos ámbitos para logros optando por el bien.

Son actitudes mentales que implican habilitarnos para ilusionarnos, estar alegres, decididos y esperanzados para alcanzar un objetivo. Ser optimistas es creer en los resultados esperados, aunque fracasen sin caer en el desencanto o desánimo. Es una preparación para vicisitudes que no faltarán a lo largo de la vida.

Los psicólogos consideran la gratitud como un factor esencial por todo aquello bueno que poseemos en lo afectivo y en lo material. ‘»Si visualizas algo en el futuro que quieres que ocurra, algo que deseas y te lo imaginas, eso va a activar en el cerebro tu actitud proactiva».

Es importante estar presto para sucesos complejos sin perder la esperanza. Dicen que “cuando una persona es testigo de un acto generoso de otra persona tiende a querer repetirlo. Eso acaba formando una cadena humana de generosidad de empatía”.

Con urgencia inducimos a ser optimista como una posible vía para salvar este mundo y recuperar los principios y valores para nuestros sucesores. Solo con esperanza para el futuro incorporaremos este cambio de visión desoladora que nos abruma por este otro muchísimo más prometedor. (Jackemate.com)

 

(*) Prof. Lic. Mabel Martínez – mabelmarga13@gmail.com

 

 

Déjanos tu Comentario
Comparte este Articulo...