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Por Ricardo Marconi (*)

Nacido en la ciudad de Rosario, Florualdo Grandoli, pertenecía a una familia de estirpe. El 4 de diciembre de 1886, tomó la decisión de formar parte de la comisión que solicitaba a los estancieros cabezas de ganado para distribuir gratuitamente carne entre los moradores de los galpones levantados en la plaza Garibaldi, asentada sobre un terreno que había sido destinado al Hospital Italiano.

Tres años antes de tener Grandoli el manejo político de Rosario, un episodio histórico se conmemoró por primera vez -el 1º de mayo- y en un acto especial se ubicó a las mujeres como protagonistas de la lucha por las condiciones de trabajo. Así, 1.000 trabajadores se lanzaron a las calles, partiendo de la Plaza López hacia el norte de la ciudad. Un episodio inédito para ese tiempo.

Es que el anarquismo le ofrecía a la gente de trabajo la posibilidad de una mejora económica y social directa, a la vez que planteaba un enfrentamiento directo con el sector patronal.

Mientras tanto, Argentina vivía este crecimiento del anarquismo en el marco de un régimen exclusivista y oligárquico que practicaba una política cerrada y económicamente liberal. [1]

Los focos del crimen

El 11 de diciembre de 1893, el interventor nacional José Zapata, lo designa a Florualdo jefe Político, tras la renuncia de Muñoz, quien asumía como ministro de Gobierno en la provincia.

Se hace cargo el 3 de enero de 1894 y a la prensa le señala que “En los hoteles, fondas, posadas, conventillos y casas de inquilinato se encuentran los focos del crimen”.

La apreciación, sin duda, era parcializada, ya que tres años antes, la mafia había desembarcado en los docks de Nueva Orleáns, Estados Unidos, donde había establecido una cabeza de playa para traficar fruta hacia puertos de América Latina, con destino, entre otros, a los de Argentina.

La Mano Negra

Ya por ese entonces nadie cargaba hacia esos destinos sin pagar el consabido tributo a Carlos Matragna, un representante de la “Mano Negra”, que hizo escuela en Rosario.

Para combatir los focos del crimen, según su óptica, F. Grandoli empezó por inaugurar una central telefónica para el servicio de comunicaciones de la Jefatura, que hasta ese momento no tenía contacto directo con las seccionales, pero eso sí, en el horario de 11 a 18, para la transmisión de las novedades.

En la época de la epidemia de cólera y colerina en Rosario, que abarcó desde noviembre de 1884 hasta 1885, Grandoli dictó medidas para contenerla, entre las que se cuenta la aplicación de una multa de 300 pesos a la compañía de Aguas Corrientes por el mal estado del líquido elemento que distribuía.

Posteriormente fue autorizado por medio de una ordenanza, a invertir 20.000 pesos en la aplicación de medidas preventivas y de higiene. Luego se le otorgaron otros 50.000 pesos, pero a pesar de las prevenciones tomadas en 1895, se produjeron 467 muertes por el cólera.

El 30 de junio de 1885 el jefe Político le transfirió el mando al doctor Juan Manuel Cafferata, para regresar al mismo puesto gubernamental diez años más tarde.

Vila, fanático de las bandas de música

El control de la seguridad de Rosario, a partir del 16 de febrero de 1884 le fue entregado al doctor Luis A. Vila, quien asumió la jefatura política.

Vila, un médico rosarino, el 25 de mayo de 1851, llevó adelante sus estudios secundarios en el Liceo del doctor Larsen, de Buenos Aires y posteriormente, de regreso en su ciudad natal, fue designado médico de policía y luego profesional del entonces Hospital de Caridad, cargo que desempeñó hasta su fallecimiento.

Ordenó como titular del cargo que la Banda de Música del Piquete de Gendarmes, toque en las plazas los días festivos a las 2 y a las 5,30 de la tarde. Una de las plazas era la López, ubicada en Avenida Pellegrini y Laprida.

Como profesional de la medicina, en los últimos seis años de su gestión hospitalaria, organizó con colegas la defensa sanitaria contra epidemias de cólera. Y diez años más tarde, alcanzó la diputación nacional en el período 1894 – 1898; a la vez que fue electo gobernador de Santa Fe en 1896 y concejal en diversos períodos.

Finalmente, fue presidente del Club Fénix, del que surgió posteriormente el Jockey club. Murió el 7 de agosto de 1923 deseando siempre tener su propia banda de música. (Jackemate.com)

 

[1] Ni Dios ni patrón, obreros. Cuando los trabajadores ganaron la calle –Lisy Smiles. Señales –11/05/2008.Pág. 4.

 

(*) Licenciado en Periodismo – rimar9900@hotmail.com

 

 

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