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Por Ricardo Marconi (*)

Al sur de la ciudad de Bakhmut, soldados rusos estuvieron pasando una terrorífica experiencia militar, en el marco del conflicto entre Ucrania y Rusia. Es que debieron soportar la contraofensiva de Ucrania y se vieron forzados a arrastrarse en el barro de sus trincheras para no ser abatidos por la lluvia de balas, bombas y morteros durante 72 horas de manera casi ininterrumpida.

Bombardeos ucranianos terminaron de destruir los agujeros en los que se resguardaban los rusos, quienes salvaron sus vidas corriendo a campo traviesa antes del bombardeo siguiente, que terminó por destruir las trincheras en las que se escondían.

Los que lograron salvar sus vidas, tuvieron que correr y saltar cráteres, así como evitar en su huida a otros cuerpos destrozados sobre el terreno, antes de arrojarse en una nueva trinchera. Algunos rusos se salvaron milagrosamente de las granadas debido a la profundidad de la trinchera.

Soldados rusos, para evitar ser muertos por los ucranianos, cambiaron su rifle a modo de disparo único para suicidarse, a los fines de evitar la posibilidad de ser torturados, mientras que los que no se atrevieron a dispararse, fueron retenidos en pequeñas celdas sin ventilación ni luz solar, aunque se les brindó alimentos, agua y cigarrillos.

Los rusos fueron puestos a disposición de la Inteligencia ucraniana y se informó sus nombres a la Cruz Roja Internacional para que dicho organismo advierta sobre la denuncia de prisioneros de guerra.

Una entrevista imprevista

Curiosamente, antes de ser interrogados, a los soldados se les permitió hablar con periodistas, quienes de esa manera tomaron conocimiento de la baja moral de los soldados rusos en las trincheras, el desorden logístico imperante y de la aparente prescindibilidad de algunas tropas rusas.

Los captores de los soldados rusos pretendían intercambiarlos por soldados ucranianos en poder de los rusos, pero no tienen muchas esperanzas. Es que la mayoría de los rusos capturados son convictos, llevados al frente bajo el mando de Storm Z, una unidad del Ministerio de Defensa ruso que otorga amnistía a los convictos si aceptan un despliegue de seis meses en Ucrania. Y de ello se infiere que para el Estado ruso los detenidos no tienen valor militar.

Cientos de prisioneros de guerra ucranianos y rusos han sido intercambiados desde que comenzó la guerra a principios de 2022. El intercambio significativo más reciente, en abril, estuvo compuesto, principalmente, por Azovs, soldados que lucharon en la última batalla por la ciudad de Mariúpol, antes de que Rusia la ocupara. Los Azov luego formaron la Tercera Brigada de Asalto que ahora lucha en Bakhmut.

Drogadictos transformados en soldados

Algunos soldados rusos cumplían condenas por posesión de drogas ilegales y robos y si iban al frente por seis meses el Estado les limpiaba su historia delictiva. Lo que no les decían es que los enviarían al frente de batalla, razón por la cual se transformaban al llegar en carne de cañón, ya que sólo tenían dos semanas de entrenamiento.

Les dijeron que iban a ir a ocupar territorios tomados por las fuerzas de una Compañía Militar Privada (Warner) que se iba a hacer cargo de las hostilidades en el frente. Fue una mentira y pagaron muchos la consecuencia de las mismas que inventó el generalato soviético que se quedó a manejar la contienda desde el interior de sus “oficinas” en Moscú.

Los mercenarios tomaron el control de Bakhmut luego de 10 meses de combate, el que tuvo como resultante la pérdida de miles de vida hasta mayo, en que su jefe Yevgeny Prigozhin, los retiró a la retaguardia antes de su insurrección y posterior marcha a Moscú a partir del 24 de junio. Desde entonces, las fuerzas ucranianas han tratado de recuperar la ciudad en ruinas, rodeando a las tropas rusas desde el norte y sur.

Los rusos capturados debieron dar cuenta de su rango, posición y documentos e hicieron lo propio respecto de las pérdidas de sus superiores en combate. Se veían resignados a morir tras su apresamiento.

Es que los rusos, a los ucranianos, tras matarlos les cortaban los testículos o la garganta –algunos videos circulan por las redes sociales rusas-, y en este sentido la CNN señaló que no ha logrado, por el momento, verificar la existencia de filmaciones.

Los ucranianos –vale aclararlo-, deben atravesar líneas de defensa fortificadas a lo largo de 1.000 kilómetros y en su accionar soportan innumerables bajas. “Cada kilómetro cuesta vidas”, dijo recientemente el presidente de Ucrania, Volodimir Zelensky.

Los soldados disparan a quemarropa caminando a través de las estrechas trincheras bifurcadas, disparando a primera vista, según varios videos publicados por las Fuerzas Armadas de Ucrania en las últimas semanas. Los cuerpos empapan con su sangre caliente el campo de batalla.

Realidad paralela

El soldado ruso Sergei, otro de los cautivos, dijo que estaban gritando que se rendían cuando dos granadas cayeron cerca, matando a los soldados a su lado en la trinchera. Su comandante ya había huido.

“Me escondí en las trincheras. Los que querían correr de una posición a otra simplemente eran abatidos por ametralladoras y tanques”, recordó. Cuando vio a los combatientes ucranianos, se arrastró asustado y se acurrucó con dos soldados rusos. Uno de ellos estaba pidiendo cobertura de artillería rusa en un walkie-talkie antes de ser asesinado por la metralla.

“Nuestra artillería, como siempre, no funcionó. Luego, los nuestros probaron lanzacohetes, pero seguían fallando. Entonces escuché -a los ucranianos- acercándose a nosotros; empecé a gritar ‘nos rendimos’, luego nos tiraron una granada”, dijo.

“Sentí que me cortó la mano. Me preguntaron quién soy y dije que soy ruso y que me rindo. Empecé a levantarme y llegó una segunda granada. Me las arreglé para arrastrarme hasta la mitad de la zanja en un segundo”, dijo a los periodistas.

El soldado ruso detrás de él fue asesinado por la granada y Sergei sintió un corte profundo en una de las piernas. Vale explicar que es difícil escuchar lo que dicen los soldados rusos durante los tiroteos.

Los soldados rusos consideran que Bakhmut “es una picadora de carne” y muchos soldados rusos se drogan con medicamentos en las trincheras, doloridos por las heridas y por la deserción de los comandantes”. (Jackemate.com)

 

(*) Licenciado en Periodismo – Postítulo en Comunicación Política

 

 

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