Hora local en Rosario:
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Por Ricardo Marconi (*)

Así como han existido, existen y existirán criminales peligrosísimos, hay otros individuos marginales que se caracterizan por tener “un toque romántico”, como el “Pibe Cabeza”, en la década del 20 del siglo pasado. Enamorado, se inició en el delito y por lograr un mejor vivir terminó muerto. Ese fue el caso de Roberto Gordillo, aunque todos lo conocían como Rogelio, cuando trabajaba como empleado de una peluquería de la ciudad de Colón, Ente Ríos, donde se encargaba de la limpieza del local, a los 13 años y de hacer mandados.

Era hijo de un obrero rural, simpatizante del Partido Socialista, quien en muchas oportunidades llegaba a su casa humillado y apaleado por patotas o por la policía, cuando corrían los años del Gobierno nacional del general Juan B. Justo.

Al fallecer su padre Roberto sólo tenía 16 año, ya que había nacido en 1910 y todavía concurría a la escuela, aunque hacía changas luego de obtener conocimientos de peluquería para aportar al sostenimiento del hogar, ya que su madre viuda no tenía suficientes recursos. Precisamente, su progenitora, para mejorar la situación familiar, decidió con su prole, mudarse a la provincia de La Pampa, más precisamente a General Pico, junto a Rogelio y sus hermanos: tres mujeres y tres varones.

Su primer amor 

La vida hizo que a los 18 años, Rogelio conociera a una jovencita, pero pronto los padres de la misma le hicieron saber que esperaban “un futuro mejor para la nena” y le advirtieron que no sería bien recibido y le exigieron que se alejara de su hija. Debido a ello reaccionó y tras lograr hacerse de un arma de fuego atacó a la madre de su novia.

No pasaron 24 horas de la agresión y la policía detectó a la pareja en una chacra de las cercanías y la menor fue reintegrada a su casa, mientras que Rogelio, por orden del juez, tuvo otro destino: La cárcel por 8 meses, ya que la madre de la jovencita había recibido el rozamiento de una bala en uno de sus brazos.

Tenía 19 años cuando el fallido peluquero Rogelio fue liberado de la prisión, donde había hecho buenas relaciones. Fue allí donde todos lo conocían como el “Pibe Cabeza”, quien había desistido, definitivamente, de continuar su existencia como peluquero y, para colmo, al salir de la prisión se enteró que su ex pareja, salía con un adinerado chacarero.

La mudanza a Rosario 

El “Pibe Cabeza”, para dejar en el olvido su fallida relación sentimental, junto en un bolso sus pocas pilchas y se mudó a Rosario con el objetivo de contactarse con las buenas relaciones hechas en el penal, quienes lo iniciaron en actividades ilegales para que “saliera de pobre”.

Así comenzó a especializarse en introducir sus dedos en el interior de las carteras de las mujeres y en los bolsillos de los hombres, hasta que se dedicó a ser un “macró” de pibas “con un lomo impresionante”, terminología con la que las ofrecía a quienes venía de localidades cercanas a Rosario a pasar un fin de semana. En sus momentos libres levantaba jugadas clandestinas hasta que logró hacerse de un interesante capital personal, con el que finalmente compró un automóvil.

Los primeros atracos 

El automóvil fue utilizado para dar los primeros golpes en establecimientos comerciales ubicados entre Colón y Rosario.  Los robos le permitieron “capitalizarse” y adquirir otros dos vehículos y armamento de mayor calibre, a la vez que con sus cómplices compraron ropa de moda para presentarse ante las posibles víctimas con mejor presencia.

Es que Rogelio se había transformado en un vendedor de autos o adquirente de hacienda. Era un comerciante con buenos modales, un elemento social necesario para encubrir sus actividades al margen de la ley.

Una gavilla consolidada 

Es así que la banda del “Pibe Cabeza” se consolidó hasta mediados de la década del 30 y sus componentes, engominados, con zapatos lustrados, traje oscuro, camisa blanca y costosas corbatas, concretaron múltiples episodios ilegales, utilizando armamento poderoso con un parque considerable, elementos contra los cuales la policía era apabullada.

Una escena del filme argentino sobre este delincuente que visitó el barrio Pichincha de Rosario

Es que la gavilla hasta utilizaba ametralladoras Thompson, carabinas Winchester y pistolas Mauser, esto es armas a repetición con las que apabullaban a quienes osaban enfrentarlos. Con esas armas la banda hacía lo que se les ocurría en un territorio donde la banda operaba: El norte de la provincia de Buenos Aires, el oeste de Rosario, Marcos Juárez y Villa María.

Hay que dejar claro que los vehículos eran adquiridos legalmente y Rogelio tenía un mecánico personal encargado del mantenimiento vehicular.

 

Se dieron varios gustos 

Los componentes de la banda se dieron gustos tales como asaltar la contaduría de la Facultad de Medicina, dependencias comerciales de la empresa Nobleza Piccardo, que era la encargada de comerciar tabaco.

Es más, en Villa María, córdoba produjeron un golpe a la Compañía de electricidad y al regresar a Rosario, mantuvieron un intenso tiroteo en el que un comerciante resultó abatido por el cruce de disparos.

Los establecimientos rurales de Armstrong y Casilda tampoco se salvaron y las tapas de los diarios de la época, en Buenos Aires y Santa Fe, exponían, de manera casi consecutiva, las actividades criminales con títulos amplios y de gran tamaño.

Rogelio era asistido en sus fechorías por Antonio Capioli, considerado un delincuente audaz y sanguinario, así como por “el Nene” Floreal Martínez, un tipo trastornado pero cobarde. El tercer componente era La Fuente, un escurridizo pistolero.

Enemigo público Nº 1 

El “Pibe Cabeza” llegó a ser considerado como el enemigo público Nº 1 luego que, en la noche de Reyes de 1937, a do semanas de un trágico suceso que marcaría el principio del fin para la banda, la policía llegó a la ciudad de Cosquín, Córdoba, donde rodeó una casa y poco después entró a los tiros a la finca.

El dato que obtuvo la policía no rindió los resultados esperados y sólo fue apresado Pedro Ferrari (a) “Carlitos”. El resto de la banda había logrado irse de la finca 15 minutos antes de la llegada de las autoridades, las que tras derribar en el interior de la finca una puerta, se encontró con gran cantidad de armas. En la propiedad, la policía levantó hasta los techos de chapa y las tejas para ver si encontraba más armamento. Pero todo fue inútil: “Los pájaros habían volado”.

El robo de la joyería 

Los pistoleros reaparecieron en Rosario, donde robaron la joyería Gugliemi, de Maipú 1135. De allí se llevaron un dineral para ese tiempo: $ 1.500 en efectivo y alhajas valiosísimas por un valor aproximado a los $ 70.000 y un lingote de oro.

Los investigadores, al ver que pasaba el tiempo sin que se produjeran nuevos hechos resonantes de la banda, supusieron que sus componentes se habían “tomado vacaciones” en las serranías cordobesas.

Así y todo, la policía tuvo suerte cuando tomaron debida cuenta de que un canillita -Ubaldino González, de sólo 12 años-, fue rozado por el auto de la banda, aunque no sufrió lesiones.

El “Pibe Cabeza” le ofreció dinero al accidentado, a modo de compensación. Pero la casualidad hizo que el policía, Santiago Conteras, de la Sección Tráfico, observara lo que había ocurrido y exigió que el niño fuera llevado a un hospital para luego iniciar actuaciones en la seccional.

Al policía le ofrecieron $ 500 pesos “para dejar las cosas como estaban”, pero el policía se negó a recibir el dinero y fue entonces que lo encañonaron y huyeron en el auto que por problemas mecánicos se les detuvo.

Una pareja se paró para ayudarlos y fue secuestrada, por lo que todos pasaron al nuevo vehículo. Más adelante el hombre y el canillita fueron abandonadas, mientras que el policía fue asesinado. A la mujer, Angélica Medina, la liberaron a los dos días.

La banda, para no despertar sospechas, se dividió en Junín, ya que Gordillo (Cabeza) quería ir a Buenos Aires y el resto se negaba. Sólo Caprioli lo acompañó.

La muerte alcanza a “El Pibe” 

El martes de Carnaval del 9 de febrero de 1937 fueron a una casa de la calle Artigas, en el barrio de Mataderos, donde vivía María Romano, una joven de 19 años que esperaba una hija de Gordillo.

Por la noche los dos hombres salieron a pasear por las calles repletas de murgas y gente disfrazada festejando el Carnaval. La policía vigilaba la casa alertada por un dato confidencial y los siguió hasta que se produjo un tiroteo.

El Pibe Cabeza se parapetó detrás de un árbol y disparó con dos pistolas mientras Caprioli escapó y subió a un colectivo pese a estar herido. La policía se colocó tras un patrullero y Gordillo recibió varios balazos hasta que un tiro en el pecho del oficial Antequeda lo mató en el acto. La cabeza del pistolero fue conservada en un recipiente con formol en el Museo Forense del Poder Judicial.

El director de cine Leopoldo Torre Nilson realizó el filme en función de su propio guion escrito en colaboración con Luis Pico Estrada y la escritora Beatriz Guido, sobre un argumento de Julio Vázquez. El filme se estrenó el 17 de abril de 1975 y tuvo como actores principales a Alfredo Alcón, José Slavin, Edgardo Suárez y Raúl Lavie. (Jackemate.com) 

 

(*) Licenciado en Periodismo – Postítulo en Comunicación Política

 

 

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