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Un caluroso 12 de febrero como hoy, pero de hace medio siglo atrás, se registraba la desaparición total del tranvía eléctrico en la ciudad como medio de transporte masivo de pasajeros. Todo fue por seguir una tendencia surgida en los Estados Unidos en la década de 1950 que, fomentada por grandes compañías petroleras, automotrices y de neumáticos de ese país, también replicaron en toda América Latina

En la Argentina desde 1955, a través de la dictadura militar que derrocó al Gobierno democrático del general Juan Domingo Perón, comenzó un paulatino programa de liquidación de empresas de transporte público, que se intensificó a partir de 1958 por medio del llamado ‘Plan Larkin’ y otros planes restrictivos.

Rosario, principal nudo ferroviario del interior argentino, no fue la excepción a esta tendencia suicida que, con una gradual desaparición de líneas de tranvías, se llegó a febrero de 1963 con sólo seis recorridos operativos.

En aquel trágico 12 de febrero se cerraba una etapa con la extinción del tranvía, y lo que fue más grave, se abortaba la posibilidad de una modernización y reestructuración del transporte público mediante el uso de rieles.

Los tranvías rosarinos se habían habilitado en 1906, con una cantidad máxima de veintisiete líneas que representaban más de trescientos kilómetros de vías en la década de 1940 y poco más de trescientos coches componían este sistema de transporte masivo no contaminante del medio ambiente y económico.

Para la fecha del cierre del sistema, el 90% de la flota era la original (con las reformas y reparaciones del caso), y apenas el 10% se trataba de tranvías de fabricación local con un promedio de uso de veinte años.

En tanto, gran parte de la red aérea de contacto ya había cumplido su vida útil, y la renovación de vías no era lo suficientemente intensa.

Poco podían hacer los tranvías frente a la potencia y velocidad de los ómnibus Mack y Leyland, pese a que la vida de éstos fue muy efímera comparados a la longevidad de los coches eléctricos.

Todos estos factores, más las reiteradas huelgas del personal llevaron a adoptar la decisión de suprimir el sistema tranviario, quedando el municipio con la operación directa de las seis líneas de trolebuses de entonces.

Según la Asociación ‘Amigos del Riel’, “está claro que la drástica determinación fue una consecuencia nefasta, pero también es innegable que tanto en Rosario como en otras ciudades se pensó que los tranvías eran eternos”.

Recuerda, además, que “hacía muchos años que los tranvías deberían haber sido cambiados en masa por otros nuevos y más veloces; así como las vías necesitaban un total recambio. Así se venía haciendo en Europa, y eso es lo que posibilitó que la embestida petrolera-automotriz no tuviese ni de lejos el éxito que obtuvo de este lado del Atlántico”.

Puntualiza que “los cincuenta años que transcurrieron desde entonces, nos cuentan que el sistema automotor no resultó un modelo superador”, para luego afirmar que “el esquema de componentes privados cayó por peso propio en la década de 1990, cuando la economía de mercado imponía nuevas pautas a las que los veteranos colectiveros no pudieron o no quisieron adaptarse”. 

Destaca, además, que “los nuevos tranvías son difíciles de relacionar con aquéllos venerables vehículos de madera que durante años transportaron a nuestros padres y abuelos y hoy son motivo de entrañables recuerdos. Por el contrario, se trata de gráciles vehículos que silenciosamente serpentean calles y avenidas tanto en Europa como en América del Norte y los países árabes y asiáticos”, asevera.

Tras precisar que “más de un centenar de sistemas tranviarios fueron reinstalados desde 1973, y se calcula que son 400 las redes actuales en el mundo”, explica acertadamente que “la palabra ‘tranvía’ había dejado de ser sinónimo de obsolescencia y de carro antiguo para convertirse en un objetivo; una meta”.

No hay duda alguna que hoy –tal como piensan propios y extraños- coinciden en señalar que Rosario merece y necesita tener tranvías corriendo por sus calles.

“En eso están empeñadas las autoridades, aunque la realidad exhibe costos iniciales muy altos, que si bien serían amortizados en el tiempo, son muy difíciles de financiar”, sostiene.

“De no haberse registrado esa suma de errores empresarios y políticos, hoy Rosario tendría una red modernizada de manera gradual y con un transporte sustentable”, afirma Amigos del Riel.

Como testimonio de aquél pasado y de la vocación y capacidad de los técnicos rosarinos, el avanzado proceso de reconstrucción en que se encuentra el ‘Tranvía Histórico Nro. 277’, proyecto que pertenece a la Asociación Rosarina Amigos del Riel, constituirá en el corto plazo el regreso –aunque en mínima escala- de la tracción eléctrica sobre rieles a una ciudad que jamás debió abandonarla.

Por ello, y para evocar esta fecha, se brindará una conferencia sobre “Cincuenta años sin tranvías: Recuerdos del futuro”, que estará a cargo del arquitecto Aquilino González Podestá, presidente de la Asociación Amigos del Tranvía, quien viajará desde Buenos Aires para contarnos la evolución de este sistema de transporte en otras ciudades que resolvieron conservarlo y reinstalarlo.

La charla organizada por Amigos del Riel se realizará este jueves, a las 18.30, en el auditorio de la Bolsa de Comercio de Rosario, Paraguay 755, con entrada libre y gratuita. (Jackemate.com)

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