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Una vez más el hombre dio un gran paso, como el 20 de julio de 1969, cuando tres astronautas alunizaron por primera vez y horas después iniciaron el regreso a la Tierra. A casi diez años del último vuelo de un transbordador de la Nasa, los astronautas de la misma agencia Douglas Harley y Robert Behnken, tripulantes de la nave ‘Crew Dragon’ de la privada ‘SpaceX’, se han incorporado este domingo 31 de mayo a la Estación Espacial Internacional, a 400 kilómetros de la Tierra, tras 19 horas de vuelo y un acoplamiento exitoso.

Tras casi tres horas de operaciones de control, conexión y compensación de presión y temperatura entre nave y estación, Behnken y Hurley abrieron la escotilla a las 17.02, hora GMT, y fueron recibidos a bordo de la Estación por su comandante, el astronauta Chris Cassidy, y los cosmonautas rusos Anatoli Ivanishin e Ivan Vagner para convertirse en miembros de la tripulación de la Expedición 63.

Harán pruebas en la ‘Crew Dragon’, además de llevar a cabo investigaciones y otras tareas con la tripulación de la Estación Espacial Internacional.

En pleno vuelo, los astronautas anunciaron que la primera Crew Dragon tripulada recibió el nombre de ‘Endeavour’, en homenaje al último de los cinco transbordadores espaciales operativos que fue construido por la NASA.

También hubo una retransmisión de imágenes de las vistas panorámicas de la Tierra desde una escotilla de la nave espacial, y los astronautas mostraron el instrumental de la nave y un interior espacioso.

‘SpaceX’ y la NASA hicieron historia ayer al poner en órbita a los astronautas Robert L. Behnken y Douglas G. Hurley. Se trató de la primera vez que la empresa privada, fundada por el multimillonario Elon Musk, lanzaba humanos al espacio.

También fue la primera vez desde 2011, cuando la NASA retiró sus transbordadores espaciales, que los astronautas despegaron hacia la Estación Espacial Internacional desde suelo norteamericano.

La cápsula, diseñada para atracar de forma autónoma al módulo Harmony, se unió a la EEI bajo la atenta mirada de los astronautas y de los trabajadores en la Tierra, que controlaron en todo momento la aproximación de la cápsula.

Esta fue la parte más lenta ya que un choque en el espacio es potencialmente fatal por lo que se aproximó a una velocidad de 10 centímetros por segundo durante los últimos metros.

Aunque la nave podría permanecer en órbita unos 110 días, la duración de la misión específica se determinará una vez esté en la Estación, dependiendo de la preparación del próximo lanzamiento comercial de tripulación. La nave es capaz de permanecer en órbita durante al menos 210 días, un requisito de la NASA.

¿Qué sucede durante el acoplamiento a la estación espacial?

Según detalla The New York Times, la estación espacial, a una altitud de unos 250 kilómetros, gira alrededor de la Tierra a más de 17.000 kilómetros por hora. El principio fundamental de la dinámica orbital es que los objetos en las órbitas bajas se mueven más rápido, y los de las órbitas altas se mueven más lentamente.

En el lanzamiento, la tripulación del Dragón empezó a seguir a la estación espacial. Pero viajando en una órbita por debajo de la estación espacial, se movía más rápido y lo alcanzaba. A través de una serie de maniobras, la cápsula elevó su órbita, permitiendo que la cápsula se acercara a la estación a una velocidad menor.

Mientras que los astronautas podían acoplarse a la estación manualmente en caso de emergencia, las computadoras de la Tripulación Dragón iniciaron automáticamente el acercamiento de la cápsula a la estación espacial a las 8:27 , cuando se encontraban a unos 5 kilómetros de distancia.

Preparativos de Chris Cassidy, actual comandante de la Estación Espacial Internacional, para recibir a los astronautas de la nave de SpaceX mientras se acopla

En una serie de puntos predeterminados a lo largo de la aproximación, la nave espacial se detiene para que los controladores de la misión en la Tierra puedan asegurarse de que todo funciona según lo previsto.

En un momento dado, cuando el ‘Crew Dragon’ estuvo a unos 200 metros delante de la estación espacial, los astronautas probaron el control manual de la nave mientras continuaron acercándose.

Según detalla el diario norteamericano, la computadora se hace cargo de nuevo para el acercamiento final. Una vez atracados, Hurley y Behnken esperan un par de horas para completar las pruebas necesarias para asegurar que los sellos entre la nave y la estación espacial sean herméticos.

El proceso avanza sin inconvenientes y los astronautas ya se retiraron los trajes especiales, mientras esperan que la presión se iguale entre los espacios de transición hacia la Estación.

Tras igualar la presión del interior del transbordador con la de la EEI, la escotilla se abrirá y la tripulación de abordo dará la bienvenida a Hurley y Behnken.

Los astronautas se unirán a los cosmonautas rusos Anatoly Ivanishin, Ivan Vagner y al estadounidense Chris Cassidy, que viajaron a la EEI el pasado 9 de abril abordo del transbordador Soyuz y que pasarán unos seis meses allí hasta completar su misión.

Un lanzamiento histórico

La empresa estadounidense SpaceX envió este sábado desde Florida a dos astronautas de la NASA al espacio, acabando con seis décadas de monopolio estatal en los vuelos tripulados, y dando a Estados Unidos un nuevo medio de transporte espacial por primera vez en nueve años.

El cohete de SpaceX llevó a los astronautas a 200 kilómetros de altura, en apenas 10 minutos, con una velocidad 20 veces superior a la del sonido.

Su ascenso histórico fue transmitido en directo por cámaras ubicadas al interior de la cápsula Crew Dragon, y una vez que habían recuperado la tranquilidad, los dos astronautas observaron desde lo alto los paisajes de Terranova, en Canadá.

Behnken y Hurley bautizaron a su nave Endeavour, un guiño al transbordador en el que ambos viajaron a fines de los años 2000.

El cohete Falcon 9, construido por SpaceX, despegó del Centro Espacial Kennedy, en Florida, según lo previsto a las 15H22 (19H22 GMT), ante los ojos de decenas de miles de personas instaladas a lo largo de las playas cercanas, y de Donald Trump, que asistió en persona a lo que la NASA llama el amanecer de una nueva era espacial.

“Ex líderes colocaron a Estados Unidos a la merced de países extranjeros para enviar a nuestros astronautas a orbitar. Se terminó”, declaró Trump aludiendo al hecho que, desde el fin de los transbordadores espaciales en 2011, los estadounidenses pudieron llegar a la ISS gracias a cohetes rusos.

«El lanzamiento de hoy demuestra que el futuro pertenece a la industria espacial privada», dijo, tras haber invitado a aplaudir a Elon Musk, fundador de SpaceX en 2002.

Un nuevo modelo económico

“Estoy abrumado por la emoción”, dijo Musk en una rueda de prensa más tarde. “Me cuesta hablar, hace 18 años que estamos trabajando con este objetivo. Me cuesta creer que sucedió”.

La misión puede parecer un paso modesto en la exploración espacial. “Bob” y “Doug” no irán a la Luna ni a Marte, solo a la vieja estación ubicada a 400 km de la Tierra, a la que rusos, estadounidenses y astronautas de otros países acuden desde 1998.

La NASA, sin embargo, habla de “revolución”, ya que SpaceX va a volver a permitir a Estados Unidos acceder al espacio a un costo menos oneroso que los programas precedentes.

Por los 3.000 millones de dólares convenidos en 2011 en el marco de un contrato a precio fijo, SpaceX desarrolló por completo un nuevo taxi espacial y prometió seis viajes de ida y vuelta a la ISS.

Anteriormente, la agencia espacial encargaba un vehículo específico a los gigantes de la industria y asumía todos los sobrecostos de presupuesto. SpaceX logró derrotar a Boeing, cuya cápsula Starliner no pudo despegar el año pasado.

El lanzamiento de este sábado -un dato que alimenta la naciente mitología de la firma de Musk- se hizo desde la plataforma 39A, de la que despegaron las misiones Apolo de exploración de la Luna en los años 1960 y 1970.

«No habíamos visto a astronautas estadounidenses despegar desde territorio estadounidense a bordo de cohetes estadounidenses desde hace nueve años», dijo el administrador de la NASA, Jim Bridenstine. «Hoy volvimos a hacerlo».

Para Elon Musk, impetuoso empresario obsesionado por el planeta rojo, se está ante «una primera etapa en (el) viaje hacia el establecimiento de una civilización en Marte» y hacer de la humanidad «una especie multiplanetaria».

Musk, que no sabía nada de cohetes cuando creó SpaceX, tuvo que ganarse la confianza de la Nasa. Sus tres primeros lanzamientos fracasaron. Uno de los cohetes explotó en tierra, otro poco después del despegue, y el año pasado la propia cápsula Dragon estalló durante un examen de los motores. El programa tendría que haber comenzado en 2017.

Esta misión de la cápsula Crew Dragon, llamada «Demo-2», resultará clave para SpaceX, compañía que Musk fundó en 2002 con el objetivo de desarrollar una alternativa de menor costo para los viajes espaciales tripulados.

MIles de personas presenciaron el lanzamiento

Dragon es similar a una cápsula Apolo, pero en versión siglo XXI. Pantallas táctiles han remplazado a los botones y las manivelas. El interior es predominantemente blanco, y la iluminación es más sutil.

Un solo cordón «umbilical» comunica a los trajes con los asientos para brindar aire fresco y comunicaciones a los dos astronautas, vestidos con combinaciones espaciales ajustadas al cuerpo, diseñadas con ayuda de un vestuarista de Hollywood.

Si la misión, que podría extenderse hasta agosto, es exitosa, los estadounidenses ya no dependerán de los rusos para acceder al espacio.

Los despegues desde Florida se harán más regulares, con cuatro astronautas a bordo. SpaceX prevé trasladar también a pasajeros privados hacia el espacio e incluso a la ISS, tal vez el año próximo. (Agencias/Jackemate.com)

 

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